jueves, 8 de febrero de 2018

Gracias a las erógenas caricias de tus miradas y de tus acercamientos





Mi querida Señora,

El exquisito té con limón acompaña la translúcida desaparición de las constelaciones heridas, que parecieran fulgir con una mayor intencionalidad en la medida que clarean los cielos subtormesinos.
Desde hace dos días, sentida mía, la felicidad se instaló en todos los momentos y rincones de la vida. Había perdido a tus miradas al igual que se pierde a alguien querido que se marcha lejos de nuestro hogar. Es como un colibrí que se muere. Sentía que fue en vano todo un año de esperarte en secreto. Aunque ya en mis epístolas has descubierto un adelanto de esta pasión que, como lo adjetivaría Oscar Wilde, hasta podríamos llamar violento. Pues mi amor es movido por la vehemencia de un ejército que permanentemente busca colonizar las sagradas tierras de tu corazón. Al partir te acercaste para despedirte, igual que lo hacías ya hace un año. Aquellos días han sido tan felices, gracias a las erógenas caricias de tus miradas y de tus acercamientos.

Ni el día que volví a verte; tampoco fue el número de tu onomástica; tampoco el 30 de abril: la fecha no coincidió con ningún día que haya sido un poco o algo significativo en la historia de este imponente enamoramiento, que me acompaña desde hace un año y medio gracias a tu suntuosa existencia, mi bien. Sin embargo, ayer sucedió: dejé un presente en el sitio que presumo es tu lugar. Ha sido una aventura luchar en contra del escepticismo, pero en agradecimiento a tus miradas seguí las recomendaciones de todas las señales que fui recibiendo por la mañana. Y dejé una flor por donde posiblemente pasarías tú. Venía resistiéndome desde hace mucho a tal lance. El momento jamás era perfecto. Siempre encontraba una excusa para no darte muestras de mi amor. Pensaba para mí: quizá tenga novio, o quizá me lo quiera devolver. Pero sucedió algo curioso: desde el instante en que uno se entrega a las pequeñas guías del amor, y obedece las sugerencias de los pequeños albures mágicos que nos invitan a arriesgarnos por la persona que amamos, pues entonces el momento va dejando cada vez menos lugar para la excusa… y en donde antes hubo dudas ahora sólo queda una razón más para continuar adelante.

5 de mayo_Antes de ir a dormir me acerqué hasta la cuartilla, envejecida a causa de mis apoyos, para escribirte una línea o dos. Y al despertar, mi bien, de vuelta aquí, para pasar un ratito intentando acercarme un poquito a tus pensamientos mediante la telepatía de la escritura manuscrita:


Día siguiente
6to Ce, una fantástica canción, me ha recordado que esta noche también he soñado contigo. Digna de mi valor y de mis esfuerzos. Este sueño, aunque me desperté feliz, no me hizo muy bien vivirlo.


Jedyna, es polaco.
Significa “Mi única


En mi sueño llevabas el cabello recogido y, en vez de naranja, bordó, igual que cuando te conocí. Y ahora lo medito: ¿qué sucedería si mis sueños en vela fueran una mera fantasía de mi necesidad de ti? Siendo superficial, se podría seguir viviendo. Sin embargo, llevo hoy casi dos años parado sobre esta tierra de ilusiones que se sustancia en un permanente sueño de esperarte.
Hace poco tiempo solté una lágrima porque no estoy a tu lado. La escritura es el único consuelo que me brinda vuestra ausencia, Señora mía. ¡Ay, Señora mía! Las palabras de amor se me vienen a la boca cada vez que evoco su imagen ruborizada. Se me escapan de los labios como cuando suspiramos las emociones de amor, como cuando recordamos los besos dados con una amante. Escarbando en la remembranza busqué sin encontrarla una palabra que ejemplifique el enamoramiento desmesurado que me causó su existencia. Y que desde hace dos años se ha convertido en el beato acompañamiento que me sigue a través de los minutos que componen a mis células. Cuando uno escribe mucho, mucho, pero mucho a manuscrita, comienza a notar cuánto se parecen los sucesos de la vida y lo que antaño se escribió en el papel. Y cuando esto ocurre, el escritor empieza a anotar sus deseos esperando, por supuesto, que estos se manifiesten en la realidad. Así aprendí a reza en tinta azul los más profundos sueños que a usted la tienen como la única protagonista de mi amor.
El número de amigos era “16”. Así soñaba ayer a la noche que eras en tus fotos de una red social: En la portada tenías puesta una lencería negra, y estabas recostada en una cama de dos plazas. En otra bailabas twist mientras freías unos panqueques. En otra te abrazabas a un amigo para salir en la foto, y en otra tenías unas botitas de tenis, medias que te llegaban hasta la mitad de la pantorrilla, solo que eran ralladas y de colores, igual a aquellas medias de lana que llevabas puestas el año pasado. Todas esas fotos tenían algo en común: salías con una sonrisa preciosa.
4.30 am_El repiqueteo del agua en los tablones de la persiana baja es clara señal de que pronto se largará a llover. Hoy es jueves. Raramente desperté sin la mala sangre que otros días me causa pensar en ti… y ver que no estoy a tu lado. Tampoco seré testigo de tus cabellos rojizos, de tus miradas claras como el agua de un río fresco, de tu personalidad imprescindible… o de tu curiosidad redentora. Hoy no podré ir a buscarte, para que por momentos practiquemos el mutualismo de nuestros reojeos.
Dos madrugadas separan las veces que he soñado contigo. Hoy es 14 de mayo, y me sucede lo que a los niños, que quieren una pelota y sueñan con ella. Comprabas algo en una librería, tenías el cabello suelto, largo, como largo era el día de cortarteló. Al verme te sorprendías, pero luego nos pusimos a festejar como dos marmotas felices nuestro reencuentro.










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