sábado, 11 de junio de 2016

Nuestra voluntad colabora con pequeños trazados en los planes divinos que el amor tiene para cada uno







5 de junio
H oy escribo por primera vez tu nombre como ha de ser. Te esperé. Me senté en calle Toro a terminar un dibujo, y a cada instante pispeaba a ver si no pasarías por allí. Y a la noche te sentí, como cuando estoy cerca tuyo. Como cuando me voy de tu lado. ¿Qué sucederá mañana cuando te vea? Mientras dibujaba, creí verte al menos 5 veces, caminando hacia mí. Y en cada cabello rojizo el corazón se me alumbraba. ¿Qué harás mañana, mi bien? ¿Me recibirán tus ojos cristalinos, mientras subo por la escalera?
Quizás al final del arcoíris se encuentre la olla rebosando de monedas de oro. De igual manera, al final de cierto número de días estará el tesoro de tu regreso. Y si el paso del tiempo es contestado con tu ausencia, pues entonces sabré que todo no fue más que un simple deseo de mi enamoramiento, antes que una realidad tuya y mía.

Nuestra voluntad colabora con pequeños trazados en los planes divinos que el amor tiene para cada uno.
Pensar en ti ha logrado que los astros relenticen el recorrido en su orbitaje

10 de junio, 3 de la mañana
Siento como si hubiéramos hecho el amor hasta el desmayo, y después nos robásemos energía el uno al otro, como dos soles que se orbitan quitándose materia.
Me pregunto si tú también estarás despierta, imaginándonos en utópicas convivencias que alimentan la ilusión de estar juntos.

You still beliave in me, acompaña el soporífero tránsito de las estrellas, para que un poco de Dios se ponga a favor de mis deseos. Y mañana todo se orqueste de manera que este amor germine lo suficiente como para que podamos decirnos un te espero, un te necesito… un te he echado de menos.
La medianoche del mismo día
La tranquilidad inunda los melódicos rincones que confeccionan las calles de Salamanca. Cuando alguien ha cruzado las puertas del Paraíso, y por alguna razón , se da cuenta entonces de que se le ha concedido otra oportunidad. Desde ese día uno piensa con más frecuencia en la muerte.
Me ha hecho inmensamente feliz volver a encontrarme con tu romántica presencia en los caminos de la biblioteca, tu lugar de trabajo.





15 de junio
Los letárgicos movimientos de la medianoche se hacen más largos, sabiéndote allí tan cerca, y no saber por donde comenzar a buscarte, con tus ojitos de caleidoscopio.
Se hace duro decir “querida” cuando en toda la jornada la conjunción de los astros no ha programado el albur que me traiga noticias tuyas.
El recuerdo de tantas insistencias, tuyas y mías, conserva en Stand by la ilusión de que alguna mañana vuelvas a mí. ¿Debería continuar despidiéndome de esta ilusión?
Hoy continué la búsqueda de aquella signatura que me habías dado, escrita con tu caligrafía, allá por el 2006 – casi 10 años ya-. Barajo dos probabilidades: una, la puse tan a resguardo que me será complicadísimo hallarla. Y dos, por algún enfado contigo la bote al Tormes, lugar donde te pensé para dedicarte un poema.

El por ahora tautológico libro de Ana Frank, reposa encima del escritorio; está protagonizando la tapa para un sandwich de pañuelo limpio.
A partir de hoy comienza el conteo de los 10 días causales que pasarán en tu ausencia. ¿Te habré olvidado un poquito hasta ese desconocido entonces? Quizás tu emocionante presencia se disipará un poco cuando el sol auspicie otra jornada. La gente de Salamanca se desperezará con las metálicas sonatas de los técnicos despertadores electrónicos y móviles. Medito en los planes para estos 10 días que no se pasarán nunca.