martes, 10 de diciembre de 2019

Al mundo le haría falta despertarse de un coma Glasgow





Martes 12 de junio, 22hs_La luz de otro atardecer ingresa por la ventana del 3er piso en la calle Candelario, cercana al campus Unamuno. Nunca más fui a visitar Huerta Otea, con aquellos crepúsculos tan amarillos bajo el puente Universitario. Por aquí por casa, mamá hace de sus locuras desde que llegó al hogar. Relee las recetas que le da el médico una y otra vez, como si fuera un arqueólogo que encuentra papiros egipcios. Pronto regresará Mary, perturbará la poca tranquilidad que hay aquí, con sus malos modales y los desprecios que le hace a mamá. Papá esquiva el bulto y dice no hay que darles bola. Sin comerla ni beberla me veo metido en la misma bolsa de insanías que está mi hermana. Yo no sé si todo será teatro, se hace difícil creer en todo lo que mi gente dice, porque de ser verdad todo el dolor que predican, ¿Qué sentido tiene vivir? Al mundo le haría falta despertarse de un coma Glasgow, así apreciarían más el tiempo que les ha sido otorgado para ir o venir por aquí y allá, y no se estarían quejando al pedo. Al mundo de hoy en día le hace falta perder la mitad de cuanto tiene, solamente así se pondrían a aprovechar la otra mitad de cuanto les queda.

Después de 4 años hoy es la primera vez que pienso en ti y miro al futuro con un sentimiento de derrota. Ni el recuerdo de tus acercamientos, ni el de tus miradas incipientes o el de tus actitudes celosas e inseguras, tienen el peso suficiente como para inclinar a mis ilusiones hacia la posibilidad de que algún día se ordenaran nuestras vicisitudes en las venturosas circunstancias del futuro como para que de una vez por todas podamos estar juntos. El 2 de agosto, ¿tendré la valentía de acercarme hasta ti para que así se renueven los imaginarios votos de fidelidad que otra vez celebran el hecho de que haya pasado otro año desde que te volví a ver? Posiblemente, sí. Pero entonces ¿cuáles serán mis expectativas respecto a ti?

jueves, 5 de diciembre de 2019

Se me clava en los ojos como un espá




23 de febrero_ Cada vez que despierto aquí están siempre los 4 almendros aguardándome encima del escritorio fumé. De forma parecida, cada vez que despierto tu carita de caleidoscopio es la primera imagen de mis pensamientos desde que volvimos a mirarnos.
Estoy a punto de iniciar la gran aventura de un viaje a Alaejos, el primer pueblecito al entrar en la provincia de Valladolid. El pueblo de las dos torres. Tengo tanto miedo de quedarme en el camino, pinchar o sufrir algún otro percance. Serán muchos kilómetros para regresar andando. Pero las mañanas sin brisa hacen de estos días del año un clima propicio para viajar hasta ahí. Hace un momento asomé la cabeza por el ventiluz del aseo y en el cielo ocre de Salamanca figuraba una estrella, quiere decir que el cielo de la mañana estará escampado. Aunque no haya campos de colza, cielos como el de hoy son hermosos para fotografiar la almendrada en flor. Cogeré piedras de los pueblos que deje atrás y tu imagen me acompañará en el recuerdo y en el corazón.
Entre otras cosas, la relectura de los Evangelios recristianiza a mi corazón y autocorrige a mis pensamientos. Ello trae a colación pequeñas fortunas a mi vida que se podrían llamar “milagros”. Un llamado que trae el regreso de una persona a mi vida, o el anhelado regalo de una correspondencia de una escritora amiga. Como reza el I-Ching:


La auto-corrección forma una alianza con el cosmos.


Día siguiente_Hoy es un día de lluvia. El pronóstico de La Gaceta esta vez la acertó en el vaticinio de su desconfiable meteorología. Al no viajar hasta los pueblos, lo más probable es que me acerque hasta ustedes. Posiblemente te vea, aunque no tengo previsto ir hasta donde estás tú. Al no tenerte ya como la destinataria exclusiva de estas notas, no voy recopilando minuciosamente las aventurillas de mi día a día, por eso te cuento hoy que ayer viajé hasta La Mata. A colación de la hora de ejercicio, también fotografié al sol, los caminos, las nubes y a los milanos.
Papá mal que mal encuentra la forma de escaquease de las locuras de mami. Sé que no depende de mí, pero intento sufrir lo justo imaginando que se comportan como Dios manda. Papá es un hombre fuerte, soporta con cordial estoicismo la toxicidad e mamá. Ella nos fue sacando un poco las ganas de vivir a todos. Hasta hace poco tu imagen no me dejaba ver todo esto. Únicamente escribía de ti. Pero gracias a la distancia y al paso de los meses te he ido queriendo menos. Tal vez, gracias a esa impensada disminución, fue que tu imagen ya no se sobrepone a las realidades de mi vida. Claro que aún recuerdo las veces que me has ido a buscar, pero las recuerdo con un entusiasmo menor.
Albur se va poniendo tupido. Mamá no deja de estar poseída por fuerzas tristes. Se aprovecha de los momentos tranquilos para montar un sainete. Es una lástima que las hojas de este cuaderno se vayan completando con tanta pena.