jueves, 25 de enero de 2018

Tal vez el vacío que he sentido por tu ausencia se llenó con el olvido











Mi queridísima Señora,

Del lunes al viernes hubo un hueco en mi vida imposible de llenar. Pero finalmente, la semana sin ti pasó. Esta madrugada he soñado otra vez contigo. Tenías recogido el cabello, y estabas algo pálida como para haber tomado sol durante tu ausencia. Te recuerdo en tres escenas oníricas: cuando te vi nuevamente, cuando te hablaba… y cuando me decías que “no”, como cuando me decías que no te llamabas Laura. Esta semana fue la más larga de todo el verano.


5 de septiembre_Me gustaría despertarme así todos los días: la tortura de extrañarte ya no agobia, pues hoy te extraño menos. Tal vez el vacío que he sentido por tu ausencia se llenó con el. Y ya no me siento solo: la integridad añorada por fin ha incursionado en la resurrección. Cuando recuerdo tus caritas, ya no hay culpa ni extrañamiento. Sin embargo, aunque no fue un año entero, han sido 6 meses de escritura que únicamente te han nombrado a ti.

25 de septiembre_rondando la medianoche. ¡Cuántos pretendientes solicitarán tu palabra! A simple vista, ya conté tres: el que va a preguntarte de literatura, el callado… y un servidor. Mañana te dejaré el primer sobre con una intensa demostración de mi amor. ¿Qué harás con él si lo encuentras? ¿Lo encontrarás tú?
26 de septiembre_Esta mañana, como te había escrito, fui: bañado, afeitado, y lo mejor vestido que la pobreza me lo permite. Pero no estabas. Presumo que ya te desenamoraste lo suficiente como para que tus ojos no quieran buscar mi mirada. Y cada vez que no me mires, yo me mortificaré con el arrepentimiento a mi medida, pensando que pude haber hecho mucho más para estar a tu lado.

27 de septiembre_12 de la noche. A pesar de todo ello, rebalso en la expectativa de verte otra vez. Sin embargo, la esperanza de cruzarte por casualidad, me persuadió para que vaya a sentarme a la calle, para dibujar fingidamente mientras te esperaba ver. Y te esperé en cada joven que pasó cerca de mí. Ninguna pelirroja me ha hecho “morir de estupor”, como lo escribió Giovanni Papini, pues en ninguna mujer he notado hoy tu talidad. Pero también me di cuenta de que en cada mujer que miro veo algo tuyo: las pequitas anaranjadas, tu tez rubicunda, o la fisionomía de tu cariz. Y cualquier rasgo que se parece a uno tuyo me conmueve.
29 de septiembre_ Las nubes del cielo subtormesino esbozan artísticos contornos en la pubertad del atardecer. Valentina maúlla sus miau-miau-miau como si quisiera que su molestia me desconcentrara de ti. Las miradas del amor ideal no han llegado. ¿Te escribiré en verso? ¿Prosa, tal vez? Extraño muchísimo tus miradas, tus saludos por los pasillos, una vez por jueves con puntualidad… las palabras que me decías con la mímica de tus ojos transparentes.



Tengo saudade de lo que me dabas


No has vuelto a mirarme cuando me voy. Antes, tus ojos transparentes buscaban el contacto con los míos, aprovechando –casi diría- toda oportunidad que tuviéramos. Tengo saudade de lo que me dabas. Nostalgias idénticas a las vividas en Lolalandia. Hay otra que una vez revoleteó en mi corazón. Ese acercamiento lo produjo la falta de ti. Lamento, mi querida señora, el no poder acercarme más. pero lo viviría como una insolencia contra mí mismo. Pues al no acercarte como lo hacías antes, no revive en mí el coraje para acudir en la búsqueda de tu presencia. A mi pesar, reprimo la iniciativa de ir en tu búsqueda. Aunque estas letras sean un leal testamento de todo mi amor.

Pero siempre estoy a la espera de que resucite en mi corazón la fe que nacía con tus miradas.

dnld




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Pasa a dejar tu comentario