sábado, 9 de junio de 2018

Uno es un hombre más libre renunciando a decir y hacer para dejar contentos a los demás



4 de enero, 5 de la madrugada

Así confirmo lo que escribí algunos días atrás, que soñar con alguien quiere decir que uno al fin está listo para hacer las paces con él. Ayer me dormí buscando las cualidades buenas que pude adivinar que tienes, siguiendo la técnica de un libro que estoy leyendo: Los encuentros no son casuales. Entonces fue que soñé contigo. Era un sueño en donde tú me buscabas. La biblioteca se convertía en una asociación que impartía distintos cursos. Yo estaba medio perdido, esperando cruzarte por los distintos cuartos; en uno de ellos estaba por comenzar una clase de teatro.

El teatro jamás me interesó. Pero estaba dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de estar cerca de ti. Así que me apuntaba a las clases esperando que tú aparecieras. El profesor tardaba en venir, sabíamos que era un hombre con experiencia, alguien ducho en su labor. Cuando finalmente llegó, empezó a hablarnos sobre la importancia de la improvisación. Para ejemplificar, se recostaba en el piso, sugiriéndonos que lo imitáramos. 
Entonces fue que te asomaste tú por una puerta entreabierta. Aquella no fue la primera vez que te vi. Y nos mirábamos en cuarto por donde nos cruzamos.

20.20hs_Y así, mi bien, se fue acabando otro día, que se ha ido desdoblando por el copioso itinerario de los pensamientos que te hablaban, te nombraban… te acarician. Fue un día positivo para la escritura de este duro epistolario, si tú estuvieras a mi lado habría sido perfecto. Ya a lo último, presiento como un imposible que nunca vayamos a estar juntos… pues seguidamente experimento la premonición de no soy yo solo el que ha amado. Como inquebrantable testimonio de tu reprimido interés, conservo el impacto de tus miradas como el de tus calladas respuestas las veces que viniste a verme cada vez que te dejé una carta. Estos cuadernillos parecerían la escritura de nunca acabar, que tejen y destejen sinuosas prosas azules en torno a la ilusión que se alimenta arduamente de tu mirar.

Epifanía, 12 de la mañana_Junto a una neblina de poca monta, la mañana de Reyes acompaña la plena resurrección del enamoramiento de ti. Después de uno o dos días en los que supuse que ya no iba a quererte, que en lugar de sentir pena mi corazón no se alteraba presenciando la cíclica y tupida costumbre de pensarte, desde ayer por la tarde que siento felicidad al no poder descabalgarme del rebosante itinerario de las ininterrumpidas fantasías que te piensan. No creo que fuera una señal, puesto que la recibí en un momento en que la estaba esperando, pero en el cuerpo de una polaca he leído tu nombre.

13 de enero, 2017_Todo cuanto soy, mi bien, indica que estuve equivocado al conjeturar que este año y medio de esperas había sido en vano, sólo porque una mañana te vi salir con él.
El Arcipreste provocaba que Doña Endrina se sonrojara sencillamente si alguien mencionaba su nombre. Yo me doy cuenta cómo te alejas cuando hablo con alguien cerca tuyo, o como te prometes a ti misma no voltear la cara, hasta el punto en que la gente te habla o te llama por tu nombre, pero tú los ignoras para no darte la vuelta cuando estoy yo presente. Como dijo Rummenigge:


Castigan a los hombres enamorándoles poco.


Así me castigas, Mireia, con tus tercos empaques de entereza, que me privan de tu mirar.




Día siguiente_Hoy te he visto tal como suelo hacerlo y tal como sueles estar tú, sentadita y muda, activa intelectualmente, mientras la mirada que Dios me niega se iba posando en diferentes lecturas administrativas. ¿Y si voy a buscarte ahora? me digo, y voy a esperarte por donde seguramente pasarás: ¿me mirarías esta vez? Pero hoy te vi más contenta que otras veces, casi como al principio, que pasaba por tu lado y se adivinaba en tu aura una sonrisa secreta. Quizá mañana, si estás, cruce a dejarte alguna cosa.

14 de enero de 2017_De nuevo quebraré mi palabra, el juramento a mí mismo que prometió no quererte más, o de seguir tratando dejar de amarte ininterrumpidamente. El lunes por la noche iré a dejarte otro sobre. ¿Cómo recibirás esta misiva? A lo largo de 2 años he ido viendo cómo contestabas con tus miradas a las cartas bien recibidas. Tu agradecimiento ha ido variando según el contenido de aquellas notas, que variaba de lo formal hasta lo muy romántico. Algunas eras bien recibidas; otras en cambio fueron respondidas con tus callados alejamientos e indiferencias, cuando te insinuaba mi amor abiertamente y con franqueza. En cambio te acercas a mí cuando te trato con distancia, con sequedad, como si fueras una desconocida.
8 de la noche, mismo día_Otro día perdido, en cuanto al intento de alejarme del pensamiento que te nombra, para así distanciar el tiempo que existe entre una imagen que te ama y otra. No me pude distanciar ni un momento de ti. De nuevo tus palabras me han atacado como una plaga que demanda toda mi atención. De nuevo tus caritas alumbraron la opacidad espesa de mis ergástulas mentales. Reincide en este pecho la acusación que te declara la esporádica culpable de este enamoramiento inextinguible. ¿Qué harás mañana si nos vemos? ¿Estará también él? ¿Cómo recordarte sin decir te echo de menos?




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