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de enero, 5 de la madrugada
Así
confirmo lo que escribí algunos días atrás, que soñar con alguien
quiere decir que uno al fin está listo para hacer las paces con él.
Ayer me dormí buscando las cualidades buenas que pude adivinar que
tienes, siguiendo la técnica de un libro que estoy leyendo: Los
encuentros no son casuales. Entonces fue que soñé contigo. Era un
sueño en donde tú me buscabas. La biblioteca se convertía en una
asociación que impartía distintos cursos. Yo estaba medio perdido,
esperando cruzarte por los distintos cuartos; en uno de ellos estaba
por comenzar una clase de teatro.
El
teatro jamás me interesó. Pero estaba dispuesto a hacer cualquier
cosa con tal de estar cerca de ti. Así que me apuntaba a las clases
esperando que tú aparecieras. El profesor tardaba en venir, sabíamos
que era un hombre con experiencia, alguien ducho en su labor. Cuando
finalmente llegó, empezó a hablarnos sobre la importancia de la
improvisación. Para ejemplificar, se recostaba en el piso,
sugiriéndonos que lo imitáramos.
Entonces
fue que te asomaste tú por una puerta entreabierta. Aquella no fue
la primera vez que te vi. Y nos mirábamos en cuarto por donde nos
cruzamos.
20.20hs_Y
así, mi bien, se fue acabando otro día, que se ha ido desdoblando
por el copioso itinerario de los pensamientos que te hablaban, te
nombraban… te acarician. Fue un día positivo para la escritura de
este duro epistolario, si tú estuvieras a mi lado habría sido
perfecto. Ya a lo último, presiento como un imposible que nunca
vayamos a estar juntos… pues seguidamente experimento la
premonición de no soy yo solo el que ha amado. Como inquebrantable
testimonio de tu reprimido interés, conservo el impacto de tus
miradas como el de tus calladas respuestas las veces que viniste a
verme cada vez que te dejé una carta. Estos cuadernillos parecerían
la escritura de nunca acabar, que tejen y destejen sinuosas prosas
azules en torno a la ilusión que se alimenta arduamente de tu mirar.
Epifanía,
12 de la mañana_Junto
a una neblina de poca monta, la mañana de Reyes acompaña la plena
resurrección del enamoramiento de ti. Después de uno o dos días en
los que supuse que ya no iba a quererte, que en lugar de sentir pena
mi corazón no se alteraba presenciando la cíclica y tupida
costumbre de pensarte, desde ayer por la tarde que siento felicidad
al no poder descabalgarme del rebosante itinerario de las
ininterrumpidas fantasías que te piensan. No creo que fuera una
señal, puesto que la recibí en un momento en que la estaba
esperando, pero en el cuerpo de una polaca he leído tu nombre.
13
de enero, 2017_Todo
cuanto soy, mi bien, indica que estuve equivocado al conjeturar que
este año y medio de esperas había sido en vano, sólo porque una
mañana te vi salir con él.
El
Arcipreste provocaba que Doña Endrina se sonrojara sencillamente si
alguien mencionaba su nombre. Yo me doy cuenta cómo te alejas cuando
hablo con alguien cerca tuyo, o como te prometes a ti misma no
voltear la cara, hasta el punto en que la gente te habla o te llama
por tu nombre, pero tú los ignoras para no darte la vuelta cuando
estoy yo presente. Como dijo Rummenigge:
Castigan
a los hombres enamorándoles poco.
Así
me castigas, Mireia, con tus tercos empaques de entereza, que me
privan de tu mirar.
Día
siguiente_Hoy
te he visto tal como suelo hacerlo y tal como sueles estar tú,
sentadita y muda, activa intelectualmente, mientras la mirada que
Dios me niega se iba posando en diferentes lecturas administrativas.
¿Y si voy a buscarte ahora? me digo, y voy a esperarte por donde
seguramente pasarás: ¿me mirarías esta vez? Pero hoy te vi más
contenta que otras veces, casi como al principio, que pasaba por tu
lado y se adivinaba en tu aura una sonrisa secreta. Quizá mañana,
si estás, cruce a dejarte alguna cosa.
14
de enero de 2017_De
nuevo quebraré mi palabra, el juramento a mí mismo que prometió no
quererte más, o de seguir tratando dejar de amarte
ininterrumpidamente. El lunes por la noche iré a dejarte otro sobre.
¿Cómo recibirás esta misiva? A lo largo de 2 años he ido viendo
cómo contestabas con tus miradas a las cartas bien recibidas. Tu
agradecimiento ha ido variando según el contenido de aquellas notas,
que variaba de lo formal hasta lo muy romántico. Algunas eras bien
recibidas; otras en cambio fueron respondidas con tus callados
alejamientos e indiferencias, cuando te insinuaba mi amor
abiertamente y con franqueza. En cambio te acercas a mí cuando te
trato con distancia, con sequedad, como si fueras una desconocida.
8
de la noche, mismo día_Otro
día perdido, en cuanto al intento de alejarme del pensamiento que te
nombra, para así distanciar el tiempo que existe entre una imagen
que te ama y otra. No me pude distanciar ni un momento de ti. De
nuevo tus palabras me han atacado como una plaga que demanda toda mi
atención. De nuevo tus caritas alumbraron la opacidad espesa de mis
ergástulas mentales. Reincide en este pecho la acusación que te
declara la esporádica culpable de este enamoramiento inextinguible.
¿Qué harás mañana si nos vemos? ¿Estará también él? ¿Cómo
recordarte sin decir te
echo de menos?
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