jueves, 20 de agosto de 2020

Esta mañana los dos almendros salieron a la ventana y se mojaron con el agua de la llovizna por primera vez en el otoño




Sábado 21.50hs_Esta mañana los dos almendros salieron a la ventana y se mojaron con el agua de la llovizna por primera vez en el otoño. Después de tomar un café el cielo de Salamanca comenzó a abrirse de entre nube y nube. Y aunque temía porque lloviera, igual me fui a la carretera de Carrbajosa para ver hasta dónde podía llegar. Pensé en volver cuando por fin llegué a Monterrubio, pero la añoranza de ver a Portos y a Áramis logró que me aventurara 3km más. Desde la ermita de nuestra Señora del Viso, podía verse la borrosa tormenta cayendo en Pajares de la Laguna. Un minuto más adelante, donde a finales de agosto envejecen los sorprendentes campos de girasol, cayó un granizo de nada. Creí entonces que regresaría, pero en ese instante me di cuenta de algo que me alegró: el granizo estorba pero no moja mucho. Y continué hasta el abrevadero, donde Portos me dio la bienvenida acercándose a mí. Varias veces pienso en ti mientras dura el camino. Quisiera que algún día pudieras ver las hermosuras de la carretera conmigo.

Domingo 21.30hs_Aunque amaneció con sol la ola de frío reculó mi valentía y en vez de ir hasta La Mata fui al Chevalier a tomar un café. Pido también agua y hielo, para seguir gorroneando el wifi cuando ya se me terminó el café con leche. Jóse lo sirve grande, y siempre me da dos churros, calculo que medio viejos. Pero ya conoces el dicho: a caballo regalado... Pude mandar los archivos participantes al concurso de Seix Barrial. Tomé un café con mi amigo Gregorio, nonagenario que creció en Parada de Rubiales. Él me contó que antes de ser carretera de Valladolid, se llamaba de Peñafiel. Gregorio tiene una manera interesante de contar las cosas. A mí, claro, me interesa muy poco, pero sus palabras continúan orientando mi personalidad hacia la paciencia. A estas horas, el cuarto en donde me pongo a escribirte se llena con los vozarrones escandalosos de mis vecinos. Es incómodo escribirte así. Hoy compré tierra y un cuenco para plantar a los almendros que cogí en Fuentesaúco.

Lunes 21.40hs_Las hojas de renacido se mantienen verdosas durante todo el año. Sin embargo, en su primer otoño, se habían puesto totalmente doradas. Parecía un árbol de otra especie, con ese marrón oscuro como las hojas de los ciruelos. A lo largo de estos 3 años planté almendros que no han nacido. Sin embargo, de la misma camada de semillas de Fuentesaúco, regalé a tres personas distintas a quienes le germinaron. Pero en mi casa aún no han nacido. Sí en cambio crecieron las primeras que sembré, cogidas de una pequeña almendrada que echaba sombras sobre la avda. Virgen de la Vega. Otros 4 de mis almendros son vástagos de aquellos árboles, cuando todavía estaban en flor, sólo que ellos nacían junto a la carretera de Babilafuente. Al poco tiempo de nacer tantos acabé dándome cuenta de que cuando uno los planta con ilusión les da fuerza para que prosperen. A renacido le ha crecido un yuyo muy largo... y la petuña ya tiene 3. También decirte que esta mañana aproveché el día de sol para viajar a La Mata. Cuando llego a Villares de la Reina recién me doy cuenta que aún faltan 8 km más para verlos a mis amigos, Portos y Áramis. Así de pronto el viaje cobra un sentido romántico.

En efecto, antes de llegar al cementerio de paredes blancas, allí están pastando los dos caballos. Ya no me parece raro ver cómo se acercan al alambrado para dejarse fotografiar. Portos levanta el cuello y me mira mientras sigue masticando el pasto. Pero ambos me miran cuando me voy y cuando paso volviendo. La carretera está impresionante, hay cúmulos de nubes blancas con contornos brillantes, en los que se refleja la luz del sol.





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