miércoles, 9 de septiembre de 2020

¿Crecerá un limonero?


Jueves 22hs_¿Crecerá un limonero? En Quilmes también teníamos un limonero. Mamá cuidaba las plantas como si fueran mascotas. Con los años tendría la copa frondosa y nos daría limones del tamaño de una bocha de pool. En una muestra de afecto, mamá entra a la pieza cuando no estoy y me quita una a una las semillas que quedan en el vaso de té. Aunque me provocan una incomodidad desafiante, hoy tolero sus gestos ya que hay en ellos una bienintecionada muestra de amor. Por segundo día consecutivo esta mañana fui hasta la Armuña. Como una relajada muestra de resignación hoy he fotografiado el abrevadero sin que Portos y Áramis estuvieran allí. En virtud del bullicio de los chicos de al lado ahora te escribo oyendo Radio Clásica, mientras la luz de Tesla reverbera en la superficie circular del té con limón.

Domingo 21.30hs_Con la radio casi no oigo el chirrido que hace la cama de los chicos de arriba. Además la música clásica entona con las flores de la petuña y los dos almendros, los tres reposarán hasta mañana encima del fumé negro del escritorio. Los yuyos en renacido menguaron, el único en la maceta de la petuña parece que le ha germinado más. No se encuentra el porqué cuando nos detenemos a meditar en el egoísmo de la gente. Como caballos hacen chirriar las camas desvencijadas al practicar el coito. El show dura media hora, se supone que el varón usa preservativo, pues alarga la duración de las relaciones. Cuando terminan el cuerpo me tiembla como si hubiera tomado un pase y comenzara el efecto de la resaca.

Lunes 21.30hs_Los chicos de arriba y los de al lado están en completo silencio. Ayer he tenido una buena noche, ignoré el ruido de los vecinos con Radio Clásica. Me siento afortunado de tenerla. Dentro de las pocas cosas que necesito para seguir adelante, la radio me ayudará a dormir, al menos a descansar un poco mejor. A las 11 me acosté, a la una apagué definitivamente la cultural emisora aún con algún bullicio de los pisos de al lado, y finalmente a las 7 me desperté como si hubiera dormido 48 horas seguidas. Tratar de conciliar el sueño al prender y apagar la radio es mejor para tapar las voces y los alaridos de unos mocosos que depender de cuándo será el momento oportuno para dormir, esperando que ellos se decidan a hacer silencio. Aunque hay algo más. Los Evangelios dicen:


Por sus frutos los conoceréis.


A colación de ese pequeño esfuerzo que hago para dormirme algo mejoró en mi vida, cuando después de haberme dormido así salí a la calle por la mañana. Más gente se queda mirándome como si la enamorara. ¿Es posible que la tolerancia con mis vecinos le cause agrado a Dios Padre Nuestro? Como dice el I-Ching:


Ser tolerante con el necio trae fortuna.


¿Será posible entonces que Dios tenga menos en cuenta nuestros pecados si tratamos con comprensión al obtuso? Me llamó poderosamente la atención que a pesar de haber sacrificado dos horas de sueño, mi día en sociedad no tuvo contratiempos severos. Al contrario, los caminos de mi rutina fluyeron entre los de la gente como el agua que baja por los canales de un acueducto entre los árboles del bosque de Los Asientos. ¿Qué tiene más valor para Dios? ¿Nuestros pensamientos o nuestras acciones? ¿Nuestras imaginaciones o nuestra fe? Quizá sean las cosas que siembran tranquilidad en nuestros corazones lo que logra que la Providencia siembre pequeños milagros en nuestras vidas.








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