sábado, 17 de agosto de 2019

Me di por vencido en la espera de tus miradas






25 de mayo_Los almendros están más despiertos, la luz solar proyecta la sombra de los objetos con los contornos más nítidos. Y una claridad inesperada despeja la marabunta de mi psicología, igual que un peine que pasa por el cabello enredado. La costumbre de escribirte me ha hecho volver a este cuaderno, igual que se vuelve a buscar a alguien que se ha amado. No ha sido fácil pero voy olvidándote. Cuando repaso el día de ayer me sorprende darme cuenta de que ya no eres una inamovible existencia que logró colonizar todas mis facultades. La distancia de ti y de tus hermosos lugares ha significado la inesperada felicidad para mí. Hoy salgo de la cama para pensar en el futuro, y no para rendirte estos aburrídisimos homenajes por escrito.
Como un día cualquiera, saber que hoy podría verte me hace tener una expectación de felicidad. Sin embargo no iré hasta ti, pues así estaría forzando la posibilidad de que nuestros caminos se crucen de nuevo. Me di por vencido en la espera de tus miradas. Ayer por la tarde hice otro viaje a Castellanos de Moriscos. En los kilómetros de la carretera ya no dialogo contigo como solía hacerlo. Y cuando aparecieron los mares verdes de Salamanca, que ondeaban su superficie a la derecha de los amplios arcenes de la N-620, me di cuenta de que quería que otra mujer y no tú estuviera allí conmigo.
Inspirado por la tenue luminiscencia del atardecer tormesino me acerqué a escribirte un poco antes de ir a dormir. El tiempo y la Providencia van acomodando las situaciones para que conforme voy apartándome de tus recuerdo pueda ir tanteando la posibilidad de otros amores. Ellas, ni bien al verme, se quedan mirándome como si fuera una aparición, pero al cabo de unos segundos, cuando sus almas consiguen acostumbrarse a los pelos y el acento les revela mi nacionalidad, la perplejidad tiende a ser suplantada por un inicio de fascinación en sus ojos, tal y como te sucedió a ti, el día en que volvimos a vernos.
Día siguiente_Más o menos, dentro de un mes, se cerrará el 6to cuaderno de Rummenigge. La obra más extensa de mi vida, pero también aquella que se ha ido aburguesando en la caótica medida que dejé de ir a buscarte. Los jóvenes almendros se convirtieron en mi sólida compañía. En estas alocadas escrituras ellos me han ayudado a veces a encontrar la Verdad en mi corazón. Todos los días los riego y luego los saco afuera, como para que hagan la digestión.
27 de mayo, 5.30am_La melancolía del domingo te ha resucitado en mi mundo interior. Desde que no nos vemos. ¿Habrás pensado en mí como creo que lo hacías antaño? Pasan los meses sin ti, y sigues siendo el primer pensamiento en las mañanas, absolutamente todos los días. Sube el tono de mis frustraciones el despertar y dame cuenta que no estás a mi lado. Pero lo que más daño hace en el alma es pensar que me quisiste y que no nos dimos una oportunidad de amor. Sin embargo, cuando me pongo a analizar aquella parte de nuestro pasado con total sinceridad, me doy cuenta de que todo sigue girando en torno a ti. Este es el primer desamor que vivo y que no me da miedo a caer enfermo. Son las 5 y media de la madrugada, y en la soledad de mi cuarto me pongo a pronunciar declaraciones como si estuviera delante de ti. Día tras día trato de manipular esta lejanía a golpe de reemplazar pensamientos tuyos por otros menos felices. La alternativa a mis odios es escribirte un poema. Vivo en un mundo seco en donde no se sacan conclusiones interesantes de las cosas vividas. Seguir desperdiciando mi vida queriéndote solamente a ti y a nadie más.

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