domingo, 29 de abril de 2018

Y hoy, vuelta a empezar, nos hemos acercado a la luz de un túnel que ya tiene dos largos años de miradas





21 de noviembre, 2016 4.55am

Queridísima mía,

Solamente una imagen tuya me queda de un sueño corto, como un relámpago. Tenías el cabello recogido. Algunos mechones se te soltaban adrede por los costados. Estabas de pie, llevabas un vestido rojo y brillante con un escote que aplastaba tus pechos. Aunque te veía de lejos se te notaba el colerete, como si estuvieras acalorada y no vergonzosa. Pero estabas cerca de él. Él te miraba tal como suele hacerlo cuando vas a hablarle, con atención, igual que un niño que sentado en el pupitre mira a su profesor. Tanto suponer que eres suya como cuando imagino que eres mía, me asaltan las mismas dudas que analizan en infinitos rodeos de pensamientos espectrales los inentendibles segmentos del un círculo que no termina de cerrar en mi corazón, para que finalmente tome la decisión de amarte por entero o de empezar a desovillar la llorosa madeja de un olvido ecuánime. A cualquiera de esas dos extremas distinciones.
Sólo si el amarte saliera victorioso con el paso de los meses iría despojándome de las horripilantes dudas que me advierten de que mientras yo te escribía… eras de él.
23 de noviembre, 22.05hs_Cuando pasan las 6 de la tarde comienzan los fríos terribles en el paquete Garrido Norte. ¿Habrán llegado a tus ojos las notas que envié para tus cercanos? Son textos muy antiguos, refieren precisamente el proceso de nuestra transformación desde que el infortunio nos humildece, rebajándonos a un básico granito de arena. Hasta que tras la lucha y el empeño del día a día nos vamos convirtiendo en una perla cuya esferidez únicamente se aproxima a la perfección. Puesto que en los caminos de nuestra sorpresiva metamorfosis se nos haría imposible alcanzar la redondez exacta. Es así que aceptamos ir evolucionando con alguna magulladura por aquí y allá. Aceptamos que seguiremos adelante… aunque no como antaño. En nuestra mochila se añadió algo que antes no había. Pero lo cierto es que sigo pensando en vos. Todos los días paso y percibo tu estela por la misma caminata de siempre. Miro cuando es día, miro cuando está obscuro. Pero sólo hay sombras allí. Tu carita pecosa no está para alumbrar las paredes de la residencia. La ausencia de lo que uno ama hizo que busque tu amor en la relectura de estas páginas de estética inestable. En los cambios de intensidad de mis emociones fui notando cuán mejor literatura puede construir la pena al pensar que eres de otro… a los versos que pude dedicarte mientras creí que me esperabas.
25 de noviembre_Y así se va acabando, Señora mía, el cuarto cuadernillo que continúa bamboleando la sangre cursiva de una obra literaria cuya composición eres tú. En tres carillas más se cerrará el ciclo lectivo de este amor, para que estas prosas ingresen himpas indeterminado. Hasta que tus miradas –ausentes desde hace 9 días-, reivindiquen aquella prosódica manera de amarnos. Entonces daré comienzo a la 5ta cuartilla de la obra más larga de mi vida. Igual que cuando papá terminaba de leerme los cuentos de Medusa en los volúmenes celestes de Viaje Submarino, hoy voy a cerrar este cuaderno con la dañina duda de si tu corazón le pertenece a otro ser humano, cuestión ya no tan hiriente gracias a un resignado trabajo de aceptación. Y gracias a las noventa puestas de sol que han ido cicatrizando mi corazón. Junto con estas hojas se va acabando también noviembre.
Hoy, viernes, puede decirse que recibí otra señal. Donde antaño dejé una flor, hoy se había trasladado hasta nuestra puerta. Desconozco si por tu parte hubo intención mediante, igual que cuando salías a buscar uno de nuestros entrecruces cada miércoles o jueves, como si me quisieras recordar con un mero énfasis que tú también existías. Pero mientras quizás te preocupaba que si pasaban unos días sin saludarte a lo mejor te olvidaría, pues yo pensaba en ti a cada instante. Te eché mucho de menos. Hoy, vuelta a empezar, nos hemos acercado a la luz que esplendía al final de un túnel que ya tiene dos años de largo.




Y ahora, Mireya, vemos en ese fulgor la emocionante oportunidad de repetir nuestros pasos en aquellos días, coronando lo andado con el fascinante agregado de mirarnos a los ojos aún más, para que de ese modo adivinemos en nuestras pupilas aquellas palabras que armonizan con un te quiero. Entonces continuar con la dulce aventura de seguir esperando que algo maravilloso siga siendo posible.


Esta vida es una memorabilia infinita de tus recuerdos.



Te amo, te pertenezco




Amarte ha sido la felicidad de platónicos momentos
entrelazada a una pena
de ilusión resquebrajada
Vulnerabilidad imponente perpetuándose sobre lo efímero…
O la eterna impotencia de desconocerte.
Es muerte y vida que van juntos
Amor tan indestructible como herido;
“Creatividad continua”, apatía que mengua.
Es la fuerza que me guía a ser más próspero:
O el desvanecimiento suicida.




31 de enero, 2018
Dnld

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