lunes, 2 de septiembre de 2019

Los almendros firmes ahí, mi sana compañía en esta vivienda




21.30hs_Hoy desperté a las 2 de la madrugada como si hubiera dormido 10 horas seguidas. Había soñado algo en donde aparecías tú. Cursábamos un sábado, y la biblioteca formaba parte de una estación de ferrocarril. Estabas en tu escritorio, manejando ordinariamente el ordenador. Mientras tanto, yo abría un libro que enseñaba las diferencias entre los hombres y Dios. Por ejemplo, había una lista larga en donde decía que si Dios elejía una milanesa, los hombres eligirían un pan de manteca. Luego, al levantarme, me ayudaron las páginas de esta mañana, si uno escribe 3 carillas ejercita mucho mejor la escritura durante el resto del día. Por eso esta tarde escribí la sinopsis de Rummenigge como si me la supiera de memoria. No sé si es malo o bueno, pero como una romántica colación de este logro pensé toda la tarde en ti. Pero hablando de lo que pasa en este momento, volvieron papá y mamá. El sonido del polipropileno de las bolsas de Día que se abren y que se cierran causa zozobra en mi absoluta dedicación a la escritura nocturna. Son un corso, mi padre sube al autobús y se olvida a mi madre en el negocio como si fuera Kevin. Cuando él ya está en casa le suena el móvil, es mi madre y le dice ¿pero a dónde estás tú? Y la otra le contesta ¿y a dónde estás tú? Y así un están un buen rato. Poco después se siente la llave en la cerradura, es mi madre que llega con sus kilombos. Hasta que por último llega mi hermana hablando por móvil con un cliente; sin cambiarse de ropa enciende el ordenador para poner el puto sonido a mar. Es como poner el oído en una tubería que pasa el gas. Los almendritos acá no más me acompañan, renacido ya está 2 cm más grande por el último estirón.
Cuanto más avanzo en mis cometidos, más soy de echar en falta tu complementaria presencia. Como te decía antes, hoy desperté a las 2 de la madrugada y habré vuelto a dormirme otra vez a las cinco, intentando aprovechar el pensamiento todo lo que pude. A todas horas está mi hermana con el maldito ruido que pone a las cañerías, se ve que pa´ no pensar. Ya casi me he acostumbrado a él. Y los almendros firmes ahí, mi sana compañía en esta vivienda.
1 de junio, 6.30am_Sin ti todo sigue igual, a excepción de un detalle: finalmente estos cuadernos se completan. Quedan pocas hojas por delante no más y ya terminaré éste, el 6to cuaderno de Rummenigge. A estas alturas del desamor, no entiendo si vengo a él y te escribo porque te extraño o, lisa y llanamente, lo que echo en falta es la sensible tarea de rizar conjeturadas emociones encima de este papel estriado. ¿Quién habrá completado estos renglones, el amor o la mera ilusión que se aferra a la hipotética perfección de otro ser humano? Los rencores que timoneaban a mi corazón han sido una interesante herramienta que me ayudó en la compugida tarea de ir olvidándote. En la habitación, las camas de todo el 3ero chirrían si se dan la vuelta para dormir un poco más cómodos. Las 6 de la madrugada son el horario en que el desarrollo de esta escritura recibe al amanecer. Ya va aclarando pálidamente en la ciudad tormesina. Otro gotelé blanco ceniza pero aún más viejo es el artístico fondo para mis dos almendros. Según se orquesten en el fumé, proyectan su pueril sombra sobre la paredes del cuarto. 

1 de junio, 21.30hs_Repito la iniciativa de ir a buscarte mañana, en otro día 2, aún ante la inmensa posibilidad de verte junto a él, o que tal vez no estén ninguna de los dos, e indiciariamente el Destino me dirá que estás a su lado. Sin embargo, este papel es el romántico testigo de que hoy haya barajado toda la tarde la tentativa de ir mañana a buscarte, incluso llevaré conmigo una espiga de trigo para dejar cerca tuyo, como si fuera un muestrario de mi interés por tus acercamientos, si es que un mayor número de coincidencias desembocan en tu mirada.


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