viernes, 13 de julio de 2018

El Waterloo de los renglones vacíos



14 de febrero, 2017

21hs_Pasan los días en la traumática batalla interna del no pensar en ti. Para ello me impongo el ayermado cometido de no venir a escribirte cada mañana en estas cuartillas blancas. El Waterloo de los renglones en blanco. Me duele el día, me duelen las noches. El cielo obscuro o escampado. Y cada jornada se termina en la lejanía de mi propósito: que me vaya doliendo menos el neurasténico hecho que existas. Ni el televisor ni la radio extinguen de mi interior a tu cara permanente, que ya parece un incendio apasionado que se forma de millares de focos destructivos. Y todo se ha convertido en un fatuo intento por olvidarte. Mis líneas ya no llegan a tus manos blancas, tu mirada infrecuente ahora no me detiene el paso. Quizá he tenido la fortuna de que otros textos hayan sido investigados por ti, mas ahora sufren el desprecio de tu compromiso con otro hombre. En mi historia cíclica los ánimos reiteran el dolor de otros desamores, que duraron por años.
Viernes, 23.15hs_El escamado interés de mis planteos va cambiando poco a poco. El hilacho infinito de las fantasías es frenado por un oportuno sentimiento de repugnancia que me pudo causar el saberte con alguien más. Demolí los castillos literarios que se fueron construyendo con el amor a tu existencia. Aprendí que una verdad dolorosa también cura, si es que nos corrige el hábito de que supongamos equivocadamente que alguien nos quiere o nos ha querido. Pero ahora sé lo difícil que es volver disimulando que no ha pasado nada. Y que un corazón roto no es algo eterno. De nuevo la sensible compañía de estas letras hizo más llevadera la carga de otro desamorío. Borges también fue una gran compañía en el itinerario de los minutos en que tu imagen empezó a despegarse de mi alma, mecanismo que forzó la noticia de saberte dormida junto a él.
No hay a quien culpar, únicamente a los consolidados azares que los escondieron a mis ojos por tanto tiempo. Hoy temo sentarme aquí para depositar aquella maltratada fe en los melancólicos versos de un poema que te nombre. Igual de grande fue la decepción con el destino –con el amor, o la Providencia-; en todos aquellos divinos mecanismos aposté una espera de dos años a que algún día llegarías.

Día siguiente, 5.10am_Los camiones de la basura son a la quietud de la madrugada subtormesina lo que un trastornado puede ser para la familia. La última herida fue decisiva. Yo era el tonto que edificó su casa sobre la arena. Y cuando los vientos de la realidad increparon uno a uno en los desprevenidos muros de mi incauta fortaleza de ensueños… todo se desmoronó. No volví a soñar contigo, sin embargo la conmovedora imagen de tu perfil continua siendo la sentida obra que inaugura cada día la ya sombría función de mis pensamientos. Hace años viví unos días como estos. Aquellos fueron peores, por cada te quiero he soltado un mar de lágrimas. Y cuando al fin pasó un año, ella volvió. Hubo tantos regresos, pero nuestros corazones nunca estuvieron listos al mismo tiempo. Dejé de creer en Dios, aunque la idea de que hay milagros es lo que me hace seguir luchando cuando las causas ya están perdidas.

dnld 2017



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