viernes, 18 de septiembre de 2015

¿A dónde van los pensamientos que se olvidan?






Apreciada Señora,




Igual que el zorzal de mi querida Quilmes, otro pájaro madrugador acompaña la madrugada con su canto travieso. Abrí los ojos hace un momento, y no pasaron ni diez segundos que ya pensé en ella. Fue la imagen de su perfil naif, de su luz blanqueada por las distancia. Ya se acaba el domingo, el día de la semana que me separa de tu perfil ideal. Te pensé al despertarme y al dormirme te pensaré. Y en medio de esas polaridades recorreré cientos de veces cada una de nuestras palabras. ¿Son tus pensamientos los distanciados causantes de mis insomnios? O por el contrario, lo es el miedo a que mis ilusiones no coincidieran en nada con las realidades que nos entrelazan. El día se ha convertido en una odisea de ti. Volví a mirarte y resucitaron las esperanzas que se han ido quemando a lo largo de tantos días de confusión. De verdad soy feliz cuando pienso en cada mirada, cada palabra que crucé con ella. En mi corazón navega el presentimiento de que en mi vida se desdoblará un buen tiempo de felicidad.
Finalmente he logrado situar mis sueños en donde los había abandonado cuando cobarde e incautamente marché a la provincia de Segovia para olvidarme de ti, allá por el acomplejado enero de 2008. Y el sueño más importante eres tú.
Acabo de volver de un paseo. El cielo de Salamanca cumplía la profecía de las constelaciones. Llegando a la avda. San Agustín, la noche fría replicaba el cielo de otras noches, trazando con toda precisión la ruta de las estrellas. Cada vez que nos miramos presencio la perfección de mis sueños. Eres todo lo que quiero de esta vida. ¿Serás como te imagino?
Algunas veces me llegan noticias tuyas casi te diría que por ósmosis. Inopinadamente. Entonces parecería que Dios desea señalarme más caminos hacia ti. Hoy he llevado un sobre para dejarte. Tenía pétalos de ranúnculo y un mechón de cabellos míos, como una firma romántica. Pero no vi que estuvieras, entonces me lo llevé conmigo. Mañana, seguramente, al finalizar el taller, te lo deje junto a los libros que me llevaré para los participantes.
El afinado canto de un ruiseñor es acompañado por el sonido glotón de Valentina, que mastica los langostinos secos, pasados, con la misma glotonería. Aún no se han incorporado en el silencio los gronchos motores de los camiones municipales de la basura.


Se nota tu ausencia: tu caminar marimacho, tus patalones babucha, tu mirada amadora… tus ojos tan transparentes, tu colorido llamativo. Esta mañana pensaba en ti al volver de Villarmayor. Y exactamente cuando pensé en tu nombre, coincidió que una mujer que conversaba con otra lo mencionó.
En muchas mujeres veo tu manera de caminar, en otras tu cabello rojizo, en otras tu piel pecosa… o en otras tu estatura naif. Despierto y el recuerdo de tu semblante constituye una coqueta y aliviadora esperanza para que mi mundo interior sepa que no sobrellevará tan solo el peso de los días venideros.


















Lunes 27 de abril, 2015











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