Viernes
5 de octubre, 22hs_Finalmente, el paso de una semana entera ha
conseguido disolver casi enteramente la pena de una traición. Sólo
me queda el dudoso consuelo que prometen los textos bíblicos.
“Alégrense cuando los humillen”, o “La venganza es mía, dice
el Señor”. Es más difícil amar a los enemigos que antes de serlo
habían sido grandes amigos. Y aunque ya no me duela tanto, siempre
me quedará un residuo de amargura en el interior. Por otro lado, los
dos almendros están aquí, acomodados en esquinas opuestas del
escritorio fumé. Sobre él, la mera disposición de los didácticos
elementos escolares y la pulcra situación de los adornos familiares
dejó como resto un habitual y cómodo espacio para escribirte.
Esta
mañana dejé atrás a La Mata para continuar hasta el siguiente
pueblo, Carbajosa de la Armuña, donde al llegar di vuelta en U sobre
la carretera de asfaltos tibios, y no tomé una sola fotografía. Los
aspersores ya habían cerrado el grifo y no daban riego a los campos
de la nueva alfalfa. Así no me vale la pena fotografiarlos pues no
tienen el arcoíris. De vez en cuando veo algún gato muerto en la
carretera, entonces me santiguo y pido al Señor que los acoja en su
gloria.
Sábado
6 de octubre, 22hs_Otra mañana con un viaje a Carbajosa. El otoño
hace más tolerables aquellos 30km debajo del sol templado. La
variante climatología ventilaba aires molestos para volver. Esos
vientos alargaron la duración del viaje de regreso. En el recorrido
pensé varias veces en ti con una melancolía dulce. Ya no critico a
la Divinidad por no haber podido estar a tu lado. Aunque tampoco pasé
al otro extremo de agradecer cuanto sucedió. Los frutos recolectados
en todo este tiempo despiden cierta hediondez.
Domingo
21hs_No pensé que llegaría hoy hasta La Mata; un encuentro en las
Bizarricas me dio energías. Tampoco recuerdo cuántos kilómetros
más adelante fueron, pero una marabunta de milanos sobrevolaba los
campos de trigo sesgado. Antes del cementerio blanco, uno de los dos
caballos de siempre se acercó hasta el alambre de espino para darme
los buenos días. Es incomprensible, trota 20 metros para posar en
alguna foto. No sé si me reconoce, al ciclista harapiento que lo
eterniza en las fotografías junto al abrevadero. Se vino lo más que
la alambrada le permitió, y se me quedó mirando con esa expresión
de bobo mientras su mandíbula rumeaba una espiga de hierba.
Mostrándome su confianza me dan cariño. Son absolutamente marrones,
salvo que Áramis tiene una franja blanca que va desde el entrecejo
hasta la nariz. Y pienso en ellos todo lo que le resta al día. Al
llegar a La Mata fotografié unas palomas mensajeras que rondan y
rondan la espadaña de la abadía.
Lunes
21.30hs_Hoy, mi Señora, fue un día algo sedentario. Postergué para
mañana inmortalizar en bizarras postales vivientes a los pueblos que
van apareciendo a lo largo de la brillante carretera de Carbajosa. Me
vi en la obligación de transar con la burocracia de 2 o 3 trámites
impostergables en la incomprensible Hacienda Pública. Luego escribí
otra epístola en donde te nombré tácitamente, entretanto volvía a
escuchar una canción de Misora Hibari, con sus entonaciones de
perfume oriental. Mis almendros siguen aquí, Renacido cada día está
un poco más alto y frondoso. Siempre los entro cuando te escribo, su
callada compañía es agradable. Me pregunto si Renacido sabrá que
aguardo noviembre para podarlo. Cuando lo observo ya veo por dónde
cercenaré el tallo. La ajeada petuña oscila hacia los dos lados
mientras crece; al no tener una maceta más honda se tambalea. Ya no
estoy seguro de que te extrañe, pero aunque no lo haga mantengo
firme el terco cometido de cumplir con mi fantasioso propósito, si
acaso alguna vez vuelvo a sentir amor en tu mirada te acercaré el
disco con el Quinto Cuaderno de Rummenigge.