28 de mayo, 2018_Y así,
poco a poco, el mundo empezó a girar de nuevo cuando me desencadené
del círculo vicioso de quererte. Despierto otra vez energizado para
encarar el día que se viene, recordándote en lo bueno y no en
imaginación que te ve junto a otro hombre. Mientras te quise me
maravillaba recordando la música querida. Ahora emprenderé la ardua
tarea de amar al enemigo. Tal vez si lo hubiera ejercitado en un
principio, la piedad me hubiera acercado más a ti. La Providencia
premia a los hombres cumpliéndoles los sueños cuando muestran algo
de fe. Pero reflexionando un poco más cada cosita que medito, me doy
cuenta de que cuando todo es oscuridad busco una luz en tu recuerdo.
29 de mayo_Quizá fuera
por la melancolía que nos dejan las tardes de lluvia, pero hoy me he
acordado mucho de cuando nos mirábamos a los ojos, reflejando
nuestro amor. De cuando con ojos esquivos me celabas, porque me había
mostrado junto a otra mujer. Quizás el desestresarme en la nueva
casa de Candelario, sin las furias de mi hermana, quien ha de haber
encontrado algo, puesto que día por medio no duerme aquí. Lo cierto
es que hoy pensé mucho en que la semana que viene he de ir hasta el
viejo barrio y posiblemente te vea si me acerco.
30 de mayo, 5am_Los
esdrújulos churrusqueos de una cama atravesaron el techo del 3er
piso hasta que desperté, quince minutos atrás. El lujurioso sonido
de las maderas desvencijadas me recuerdan años felices. Continuo
pensando en ti desde que abro los ojos. María Luján mantiene
encendido el ordenador toda la noche, reproduciendo el sonido a un
tanque de agua que se va llenando, a tubería, tapa así los
murmullos y otras psicopatías que la causan infelicidad. Cada cual
sobrelleva la vida de locura de esta familia como mejor puede. Mamá
se venga de la desatención amorosa de mi padre montando sainetes o
discusiones sin ton ni son. Papá le echa la culpa a una enfermedad
fantasiosa y toma con fe cuanto le dicen los médicos respecto a
ella. Sólo falta un servidor: por las mañanas trato de hacer
ejercicio yendo a los pueblos si acaso hay sol. Por lo general voy
hasta la Armuña y sus legítimos alrededores. Fotografío los campos
de colza en la carretera, o las espontáneas amapolas y sus breves
procesos de vida, en el terraplén de la ruta a Moriscos. Antes de
volver a casa voy a tomar un café, en el café donde hice una amiga
quien -igual a mí- tiene tiempo de sobra. La situación es ridícula;
tiene 70 años y es jubilada. A veces vuelve del baño y huele, pero
siempre estamos riéndonos y no tiene maldad. En sus años mozos era
profesora de literatura, lo primero que hace al entrar es ir a buscar
el diario y hacer el cruci de La Gaceta. Invitamos un día a cada uno
para que se siente en nuestra mesa, comentamos los titulares y
miramos también el tiempo.
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