26 de abril, 2018_Así,
de sopetón, la mente de un hombre recupera el nombre de la mujer que
quiso. Esta tarde volviste a mi recuerdo como si entre tú y yo nunca
hubiera habido decepciones. Quizá un café o una comida opulenta
pueden recuperar el fervor del enamoramiento que una vez sentí por
ti. Quizás los días de no vernos han ido disolviendo en mi corazón
la amargura de que hoy sea imposible estar contigo. E
inconscientemente, en mi alma se fuera criando la esperanza de que ya
no estés con él.
27 de abril, 21.30hs_Me
pregunto si esto será así para toda la vida. Si algo es para
siempre, ello sería el extrañamiento de ti, puesto que no mengua la
intensidad de esta nostalgia cada vez que noto que no estás conmigo.
Les he cogido cariño a los almendros, los entro a casa para que me
hagan compañía mientras te escribo. Me pregunté si no serán
señales, como la de las secuencias numéricas o la reiteración de
coincidencias en donde otros pronuncian tu nombre. Pero desde hace
una semana solamente me encuentro con personas que me hablan de la
palabra de Dios.
29 de abril de 2018,
21.30hs_Oyendo el chisporroteo de la llovizna en la casa de
Candelario, se asoma en mi corazón el deseo de ir a buscarte otra
vez, al viejo barrio de Garrido Norte. Me retrae en este cuarto sin
embargo la suposición certera del escaqueo de tu mirada. Sin
rencores que nos hicieran sentir como una víctima, uno lamenta no
haber perdonado antes las pequeñas insolencias de los prójimos más
mediocres, para que así se hubiera dado la oportunidad de
intercambiar solamente buena vibra entre tú y yo. Es preferible
escribir acerca de la madera artificial del armario de Ikea, o de las
plantas de almendro recién entrados, empapados a causa de la lluvia
tormesina. Renacido lleva puesta una corona de brotes, en noviembre
será cercenado para que no se vaya más en altura.
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