Sentida mía,
La casa nueva es pacífica por el momento. El espacio más pequeño
desarrolla nuestra humildad. Papá y mamá cenan juntos y conversan
de bueyes perdidos. Hoy te extrañé a lo mejor un poco menos, la
idea de la imposibilidad de estar junto a ti se fue consolidando en
mi corazón al no tener ninguna noticia que me augure tu necesidad de
buscarme. En mi ventana los dos almendros trepidan al son de una
brisa intermitente. Sobre el incansable fumé del escritorio, los 5
cuaderrnos para ti se resguardan del extravío en una bolsa para
regalo de color bermellón luminoso. Dentro de ella también están
las 2 o 3 espigas de trigo que se conservan fibrosamente fuera de
temporada, precaviendo si alguna vez se me ocurre llevarte algo en
una estación que no sea verano.
6 de abril, 2018_En este
nuevo hogar me fui dando cuenta de que ya no te amo con la
intensidad que al principio. Otra vez cabe luegar en mi imaginación
para mis miedos, para mis venganzas... para ir llenando otros
epistolarios.
Entre pitos y
flautas, Albur está lleno de hojas nuevas; a Renacido le van
saliendo intenciones verdes a lo largo de todo el tallo, cuando
llegue noviembre lo podaré al fín, dándole el largo definitivo; el año que viene, los temidos trasplantes para los dos. Me engolosiné
de nuevo con el hábito de amarte a través de la escritura. Tiempo
ha que no completaba 2 cuartillas para ti en una misma tarde. Alguien
podría decir que no se trata de una empresa demasiado hercúlea,
pocos renglones confeccionan las hojitas donde te escribo y mis
letras letras muy gordas son. Sería una meta más bien facilonga.
Pero ahora que pasó el tiempo me di cuenta que, luego de cruzarnos,
ya no tengo la necesidad imperiosa de venir a escribirte sobre el
papel.
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