viernes, 21 de junio de 2019

La suspicacia que le guardamos a nuestro destino se suele incrementar a medida que los años nos llenan la memoria de frustraciones



17 de abril, 5.55am_Los almendros ya tienen su lugar soñado en la ventana. Hoy terminé la chapucería que evitará la caída de los 3 pisos. Tu ausencia te hizo indigna de mis te extraños. Cuando llegue la noche, los jóvenes almendros se acomodarán encima del escritorio desordenado.
22.50hs_De todas maneras, los almendros durmieron hoy en el cuarto. Solamente ellos esperan la llegada de este gentil al hogar. Ni tú ni tus amigos... ni Jesucristo están aquí conmigo para charlar. Apáticamente, voy recibiendo en mi corazón fugaces reminiscencias intuitivas en las cuales surfean tus imágenes. Ratonean en mi mente unas palabras meditadas hace dos noches. Mejor será comenzar con la práctica del desapego. Decirte, por ejemplo, que ya no vengas a mí. Si vienes a mí te seguiré ignorando, asumiendo que no puedo darte más de lo que tienes. Todo pudo haber sido perfecto. Pero a decir verdad todavía sigo esperando que alguna vez los inexplicables procedimientos de la casualidad crucen de nuevo nuestros caminos. Sin embargo, la suspicacia que le guardamos a nuestro destino se suele incrementa a medida que los años nos llenan la memoria de frustraciones. Será por eso que hace un rato me imaginaba qué pasaría si hoy estuvieras esperando un hijito de él. Así seguramente se agilizaría la aceptación de que ya no piensas en este gentilhombre.



La barca de Caronte se fue petrificando en la penumbra somnolienta
para trasladar a mi ilusión por las aguas insípidas del Lete
Enes e ies juguetearon en las agresivas ergástulas del Tártaro. Ella se fue...
Y su cadáver flotó en el Flagelonte.

Las obscuras corrientes del Estigia la han borrado
Y nada más quedó un tenue reflejo de su espalda.
Su perfil ha sido reemplazado
por escabrosas porciones del gotelé.



Dnld 2018




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