17
de abril, 5.55am_Los almendros ya tienen su lugar soñado en la
ventana. Hoy terminé la chapucería que evitará la caída de los 3
pisos. Tu ausencia te hizo indigna de mis te extraños. Cuando llegue
la noche, los jóvenes almendros se acomodarán encima del escritorio
desordenado.
22.50hs_De
todas maneras, los almendros durmieron hoy en el cuarto. Solamente
ellos esperan la llegada de este gentil al hogar. Ni tú ni tus
amigos... ni Jesucristo están aquí conmigo para charlar.
Apáticamente, voy recibiendo en mi corazón fugaces reminiscencias
intuitivas en las cuales surfean tus imágenes. Ratonean en mi mente
unas palabras meditadas hace dos noches. Mejor será comenzar con la
práctica del desapego. Decirte, por ejemplo, que ya no vengas a mí.
Si vienes a mí te seguiré ignorando, asumiendo que no puedo darte
más de lo que tienes. Todo pudo haber sido perfecto. Pero a decir
verdad todavía sigo esperando que alguna vez los inexplicables
procedimientos de la casualidad crucen de nuevo nuestros caminos. Sin
embargo, la suspicacia que le guardamos a nuestro destino se suele
incrementa a medida que los años nos llenan la memoria de
frustraciones. Será por eso que hace un rato me imaginaba qué
pasaría si hoy estuvieras esperando un hijito de él. Así
seguramente se agilizaría la aceptación de que ya no piensas en
este gentilhombre.
La
barca de Caronte se fue petrificando en la penumbra somnolienta
para
trasladar a mi ilusión por las aguas insípidas del Lete
Enes
e ies juguetearon en las agresivas ergástulas del Tártaro. Ella se
fue...
Y
su cadáver flotó en el Flagelonte.
Las
obscuras corrientes del Estigia la han borrado
Y
nada más quedó un tenue reflejo de su espalda.
Su
perfil ha sido reemplazado
por
escabrosas porciones del gotelé.
Dnld 2018
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