3 de marzo de 2017, 7.30_Mi último sueño de esta noche has sido tú. Me llenó de positivismo y esperanzas, además que de amor. tenías el cabello castaño y te llamabas Merche, sumado a otro nombre femenino; me tratabas con absoluta distancia, y no me mostrabas síntoma de afecto alguno, en ningún momento del sueño. En venganza de tu desprecio, yo trataba de darte celos hablando con otra mujer. Trabajabas tras la barra de un bar. Al terminar tu turno, te parabas en la vereda para espera un bús. Los colectivos eran como aquellos en los que solía viajar de pequeño. Cuando cogías el tuyo te miraba cómo escogías dónde sentarte. El número de tu asiento era el 54.
5
de marzo, 2017_De nuevo la madrugada se inicia con un pensamiento de
ti. Los ruiseñores afuera, el reloj a cuerda en las 5.ooam, o la
induísta pintada en el monedero de mamá: nada de lo que existe sabe
sobre la culpa de pensar en ti antes que nada en la vida. En el alma
me atormenta pensar que este será otro día sin ti. De todas
maneras, pueden conseguirse muchas cosas. La manuscrita más firme y
más fluida; las buenas amistades que uno cosecha mientras espera el
milagroso arribo del verdadero amor, los libros y poemarios que uno
ha ido finalizando en consecuencia de la omnipresente falta de la
persona amada. Sin embargo, todo lo que logre en un futuro lo viviré
como si fuera un fracaso, puesto que todo lo que fui construyendo
hasta este día lo había hecho para estar junto a ti.
21
hs_Hoy fue una tarde lluviosa. Ello le sumó melancolías al domingo
para que te echara más de menos. Las imágenes de tus cabellos
recogidos y de tu carita pecosa aparecieron en mi interior como un
relampagueo oprimido. pero ya no me hablas igual que antes, sino que
me miras con tus ojitos de caleidoscopio triste. Te amé demasiado
como para atreverme a corregirte en algo. A veces una chispa de
esperanza cambia obstinadamente mi desilusión por una efímera e
incauta expectativa, mas todo cambia bruscamente al recordarte en los
brazos de otro hombre. El relojito a cuerda, los lápices o los
elefantitos que cuelgan al lado de la ventana abierta: todo cuanto
hay en este cuarto fue perdiendo el alma que antes vibraba en ello,
en tanto mi ilusión era una devota de ti. Las paredes me increpan
con un gotelé más grisáceo, para asfixiarme en el cuarto que
antaño se iluminaba con los recuerdos de tu sonrisa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Pasa a dejar tu comentario