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de marzo, 6 menos cuarto de la mañana_Soñé contigo ceca del día
2, luego de mucho tiempo. En la habitación de al lado, papá ronca
como en sus mejores momentos. Detrás de la ventana los camiones
municipales rumorean sus cosas sobre las primeras funciones del día.
De golpe, todo es silencio otra vez. Mamá lo habrá empujado para
que así ronque menos, y los camiones funcionarios sacudirán los
containers en otras calles más alejadas de aquí. Junto con los
ronquidos y los murmullos municipales también fue menguando el
fervor apasionado que siempre vibraba en mi pecho cada vez que
evocaba tu imagen.
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de marzo, 4.ooam_Inexorablemente, continuas siendo la primera imagen
de mis días. Todo desamor contagia nuestra personalidad con
malhumorados tics que finalmente hallan razón de ser en las
subsiguientes soledades. Estas cómicas taras enferman a nuestra
mente, que continúa asociándolo todo con cosas lindas, o por lo
menos con cosas que nos han gustado. Así yo sigo practicando las
cosas que te diría si te tuviese aquí delante. No es que siga
pensando en qué te regalaré cuando vengan los días 2, pero sí me
entretengo al recordar las cositas que te fui dando en estos últimos
dos años de secretas entregas. Al igual que aquellas sentimentales
secuelas, la secuela de haberte amado sembró hábitos indomables en
mi vida: al despertarme y antes de abrir los ojos eres la primera
felicidad que me devuelve a este mundo nuestro; la primera imagen que
amo... la primera voz que escucho. Y tú, cuando oyes mi nombre, ¿Te
pondrás colorada, igual que le pasaba a doña Endrina? Es extraño,
pero me siento mucho más aliviado desde que no vengo aquí a
escribirte tanto ni tampoco por tanto tiempo en un día. Es como si
de alguna manera el hecho de no escribirte a manuscrita me concediera
el alivio que da el olvido. ¿Cómo completaré -pienso- estas hojas
ahora que mi alma ya no tiene almacenada aquella ardorosa necesidad
de estar a tu lado?
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