Lunes 8 de agosto, 3.45am_Luces que brillan como las estrellas, en la clásica Chinchibarra. Como otros días, las coquetas persianas del barrio Garrido Norte permanecen cerradas, a la espera que desperece otra semana trabajadora. Trifásicas y semaforitos funcionaron fielmente la noche entera. Mi persiana, en cambio, ha estado levantada toda la noche. Siempre trato de recuperar el tiempo desperdiciado con cosas así: aprovecho el verano para dejar la ventana abierta, se respira mejor el aire y la persiana queda hasta arriba por si acaso me despierto de madrugada y puedo ver un momento las estrellitas. O a lo mejor eso me da un empujoncito para levantarme al clarear los cielos llenos de aroma a almejas del Tormes. O el gorjeo de los pardales me invita a salir de casa antes de que amanezca; el canto del ruiseñor transfiere una alegría natural que se nos prende del alma, y funciona como un antidepresivo homeopático.
Entre todas esas cositas, mi bien, festejo que hayan pasado 39 años desde que vine a este maravilloso mundo. Sin embargo, la energía más hermosa de mis insomnios la genera cada madrugada el estar enamorado de ti. Cuando son las tres de la mañana, me despierto de un rebosante entusiasmo inhabitual y fabuloso. A los pocos minutos que me espabilo, apoyo la Pilot de tinta azul para escribirte unas oraciones de caligrafía descuajeringada. Al fin de casi una hora vuelvo a la cama para meditar con Radio clásica 88.1, a ver si los ejercicios de respiración diafragmática mejoran la suerte de un servidor para el resto del día que se nos viene encima. Y así acumulo valor por si me cruzo contigo, y te digo dos palabritas. Pero, como siempre, todo gira en torno a ti. Si miro magnolias en el balcón de enfrente, pienso seguro en llevarte una. O los almendros que bailan entre la brisa europea me hacen pensar si no tendrás frío cuando sales de casa. Pero sobre todo, soy de soñar las cosas que podría decirte cuando te vea.
9 de agosto, 2016_Por la ventana del 5ºB, ingresan los goles coreados del Real Madrid. Las arrabaleras farolas del municipio brillan a lo largo y ancho de la antigua plaza de la Chinchibarra: nodrizas iluminaciones para el añoso paseo de Los Cerezos, que a estas horas nocturnas es transitado por algún turismo exiliado o una motocicleta pachorra. Uno jamás vuelve a amar como al principio. ¿Será cierto? En lo personal, mi yo creativo ha tenido una infancia corta. De la pluma ya no caen esos mundos fabulosos que se escribían con absoluto entusiasmo: también se ha extraviado no sé a dónde esa paciencia que escribía poemas de 3 hojas con diligencia y esmero. Hoy por hoy, mi vida creativa es como un lápiz aburguesado que va entrando en la primera vejez. Alguien que solamente sueña lo justo y necesario. Y al final se conforma con una buena comida, charlar con los amigos.
He tenido todo un día para pensar en qué has querido decirme –tú o Dios-, cuando al partir te vi cerca de él. Y cuando acabo por resignarme, eligiendo pensar que a otro le pertenece tu corazón, inicio este día con un bombardeo de señales que tienen a tu nombre como un inicio fabuloso. Y mi corazón galopa cuando leo tu nombre por sorpresa, o por sorpresa lo oí. Será caótico aceptar que eres de alguien
, mi corazón galopa cuando oigo Mireya. En todos estos años nunca te perdí. La esperanza de tenerte es más grande que cualquier demostración de la realidad que me indique que nunca se unirán nuestros caminos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Pasa a dejar tu comentario