Sábado 17, 5.00am_Otro despertar en donde la única verdad es sentir que el espíritu ha implosionado, puesto que al abrir los ojos una pregunta no me deja ni a sol ni a sombra: ¿Qué puedo hacer con tu imagen? Lógicamente ya no me preocupa tanto si habrás tenido entre tus pensamientos a un poquitito de mí. De haber estado inmerso en las susceptibles substancias de tu prolija consciencia no sé si podrías amarme igual que yo a ti. Sin embargo comienzo a rescatarme de la hondura de este bajón con un significativo alivio: la imposibilidad de que me quieras consigue exiliarte un poco más cada día de mi mundo. Pues al saberte en brazos de otro hombre la inteligencia ya no anda inspirándome para soñar encuentros contigo a cada instante, ni otros diálogos que vayan esgrimiendo la colonización de tu amor. Ya no repito tanto las palabras que antaño nos dijimos; mi espíritu se va desasfixiando de la presión de ir a buscarte. Tampoco multiplico el recuerdo de nuestras miradas. A veces lloro un poco, y el día se postula para ser la continua incertidumbre sobre la recomposición de mi mente; ¿con qué ideas voy a enriquecer este vacío que ya se ha hecho lugar como para llevarse, con un océano de pensamientos, a otro amor? Y se relentiza la completitud de estos renglones blancos; las líneas que antes se desarrollaban basándose en el amor, ahora prefieren ocultar su vergüenza con el anonimato. Desde el mismo instante que los vi juntos comenzó la cuenta atrás para el rearme de mi hombría.
Domingo, 22.00hs_Esta tarde empecé de nuevo a soñar que tal vez fuera cierto que quisieras acercarte a mí. Quizás es porque lo vi a él cuando no estabas tú; quizás porque ya pasó un mes desde que losvi juntos, y el olvido se ha encargado de devolverle la ingenuidad a mi corazón. ¿Cuándo fue la última vez que te vi? No quiero recordar si fue hace mucho o poco.
22 de septiembre_Ayer, indiferente, esperabas a que se hiciera la hora de tu partida, mirabas la omnisapiente pantalla de un ordenador estatal. Sostenías en alto un volumen cuyo nombre no pude distinguir aunque lo intentara; una fotografía obscura centralizaba la tapa brillante y flexible; sus márgenes, en contraste, eran de color beige. Luego estuvimos cerca, cuando algunos metros más lejos otro hombre tuvo el pundonor de servirse por tu profesionalismo. Más tarde soñaría que cuando dos que aman se precisan, Dios ordena los sucesos de manera que favorezcan a su encuentro. Pero hoy no iré a dibujar cerca de ti para buscar interesarte. La tinta azul creció como una hoja silvestre por los caminos blancos de estos renglones.
21.30hs_Hoy te he tenido en mis pensamientos como lo hacía antaño. Por momentos te manifiestas en todo mi cuerpo como las mariposas de los enamorados. Y no te puedo exiliar de mi organismo por mucho que lo intento. Cuando este bolígrafo te nombra, junto al desarrollo de sus renglones, voy recordando nuestras palabras escasísimas junto con tus miradas y nuestros entrecruces.
22 de septiembre_Ayer, indiferente, esperabas a que se hiciera la hora de tu partida, mirabas la omnisapiente pantalla de un ordenador estatal. Sostenías en alto un volumen cuyo nombre no pude distinguir aunque lo intentara; una fotografía obscura centralizaba la tapa brillante y flexible; sus márgenes, en contraste, eran de color beige. Luego estuvimos cerca, cuando algunos metros más lejos otro hombre tuvo el pundonor de servirse por tu profesionalismo. Más tarde soñaría que cuando dos que aman se precisan, Dios ordena los sucesos de manera que favorezcan a su encuentro. Pero hoy no iré a dibujar cerca de ti para buscar interesarte. La tinta azul creció como una hoja silvestre por los caminos blancos de estos renglones.
21.30hs_Hoy te he tenido en mis pensamientos como lo hacía antaño. Por momentos te manifiestas en todo mi cuerpo como las mariposas de los enamorados. Y no te puedo exiliar de mi organismo por mucho que lo intento. Cuando este bolígrafo te nombra, junto al desarrollo de sus renglones, voy recordando nuestras palabras escasísimas junto con tus miradas y nuestros entrecruces.
Día siguiente, 22hs_¡Ay, mi señora! Quizás la casualidad disfraza a las señales divinas con velos de coincidencia, sencillamente, porque así como el Diablo utiliza ardides para convencernos de su inexistencia, entonces también los ángeles quieren mantener el anonimato en la empresa de hacer milagros.
Hoy escuché tu nombre cuando me encontraba a un kil´ñometro de distancia. Sin la intención de ir a buscarte enseguida volví a casa. entonces te vi nuevamente. Por supuesto evité cruzarte, para ver si un día más que pasaba sin vernos a los ojos provocaba en tu corazón la inquietud de extrañarme. Pasé por enfrente, y justo cuando te miré le dijiste adiós a otro hombre. experimenté un irracional alivio al notar que no se trataba de él. La realidad fingió que tu saludo era para mí. ¿Acaso vi en una nueva coincidencia aquellos gestos que añoro me dirijas? O tal vez si fueran señales divinas debería seguirlas como a un mandamiento que me dice que aún me amas.
En todo este tiempo, Señora, he sacado tantas cosas. Sin embargo casi nada compensa el que tú estés con otro hombre.
Los amaneceres ahora no son los mismos. Ya no despierto con la esperanza de encontrar la felicidad en el día que viene. Y todo a mi alrededor perdió su alma. Con la brisa antes bailban los almendros ahí afuera. Ahora tan solo son plantitas que protagonizan vaivenes a merced de los clásicos elementos. La vida perdió el esmero. Es parecido a cuando desperté del coma, todo había cambiado. Tuve que reemplazar los mecanismos rutinarios por creativas costumbres que tiraban más a lo espiritual, por nuevos hobbies que poblaran los minutos de mis renacidos días. Entonces emprendí el desarrollo de la lectura. Aquel post-operatorio me sobornaba con pequeñas distracciones intelectuales para que dejara a un costado las ambiciones que requerían de un físico afortunado. Tenía que encontrar algo que sustituyera a la bendita capacidad de andar. La lectura reemplazó muchas cosas. Los amigos que se pierden, la escuela que no está más… También para el espástico hay vicios: la tele y el zapping abrumador.
En todo este tiempo, Señora, he sacado tantas cosas. Sin embargo casi nada compensa el que tú estés con otro hombre.
Los amaneceres ahora no son los mismos. Ya no despierto con la esperanza de encontrar la felicidad en el día que viene. Y todo a mi alrededor perdió su alma. Con la brisa antes bailban los almendros ahí afuera. Ahora tan solo son plantitas que protagonizan vaivenes a merced de los clásicos elementos. La vida perdió el esmero. Es parecido a cuando desperté del coma, todo había cambiado. Tuve que reemplazar los mecanismos rutinarios por creativas costumbres que tiraban más a lo espiritual, por nuevos hobbies que poblaran los minutos de mis renacidos días. Entonces emprendí el desarrollo de la lectura. Aquel post-operatorio me sobornaba con pequeñas distracciones intelectuales para que dejara a un costado las ambiciones que requerían de un físico afortunado. Tenía que encontrar algo que sustituyera a la bendita capacidad de andar. La lectura reemplazó muchas cosas. Los amigos que se pierden, la escuela que no está más… También para el espástico hay vicios: la tele y el zapping abrumador.
26 de septiembre, 2016 8.30pm_En aquel entonces sufrieron la interferencia de unos meses, pero después de un año de que nuestras miradas se hayan vuelto a cruzar, hoy te vi casi a lo lejos. La añoranza de ti ha sido otra vez incauta víctima de tu indiferencia.
dnld 2016
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