2 de junio, 4 am.
Quizás los roncos camiones
municipales anden ya por ahí afuera. Quizás sea tu existencia, lo que me hace
vivir como si flotara.
Estos cuadernos se agotan rápidamente, ya que en sus hojas
van apuntadas todas las cosas que aún no te pude decir. A veces, aparecerá en
estas hojas algún poema, ya que te pienso como si la vida fuera un laberinto
formalizado únicamente por caras tuyas. Y cuando voy caminando por Salamanca,
te me apareces por las calles como si hubiera enviudado de ti recién, que uno
comienza a ver el fantasma de lo que quiso y ya no puede tener. Eres como los
atardeceres por carretera Valladolid, sorprendente, cándida. Ya podremos caminar
juntos, ya podremos decirnos todo. Y si el Destino demora mucho en cruzarnos,
yo iré a buscarte algún día.
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