13
de diciembre, 2017_Si tomabas 3 días seguido, ya quedabas enganchado
a la cocaína. Escribirte se tratará más o menos de lo mismo,
puesto que no más abrir los ojos ya me senté para continuar con la
empresa de extrañarte a manuscrita. Solamente el acostumbrado paso
de los días y de las noches ha logrado que los momentos sin ti ya no
me resulten incómodos. Es demasiado temprano para sacar fuera a las
pragmáticas macetas con los almendros. La ventana hasta abajo veta
nuestra cognición de las estrellas. Igual que las estrellas lo son
al cielo nocturno de Salamanca, hace mucho que te decidí como una
perenne compañía, la cual no tiene porqué ser dolorosa. También
te podrías decir como una guía omnisciente que me muestra a cada
instante cuál es el camino a un mundo ideal. Vivirás en mí como la
nostálgica fijación de una meta soñada, haciendo del resto de las
cosas una agradable sorpresa que me tocará vivir.
14
de diciembre, 2017_Renacido: durante un año le creí sin vida,
después de haberlo trasplantado sólo quedó un palito pelado
clavado en el macetero. Ahora ya hace un año que sus hojas perennes
prometen futuros tupidos de gráciles nomenclaturas que nos tocarán
de inmediato el alma.
Escasean
los instantáneos capicuas en las cibernéticas horas de los relojes.
Y cada otoño que pasa empeora un poco más la salud de nuestros
mayores. Fruto de sus heridas emocionales, el alzheimer se instala en
su salud con algún que otro retroceso, empeorando junto con ellos la
calidad de vida de sus entornos; a ti hace ya 20 días que no te
escribía a manuscrita, se compensa pasando en limpio las viejas
dedicatorias que te escribí.
23
de diciembre, 2017_Una neblina espesa prepara a Salamanca para que
mañana el día de Noche Buena se vea como un abismo fantasmagórico.
No he dejado de escribirte porque me falten motivos; si no era por
extrañarte, lo hubiera hecho por tratar de invertir en mis prosas
aquella sana metamorfosis que fue el haberme enamorado de ti. Aunque
también espacié un poco los momentos en que te venía a dedicar
alguna que otra epístola. Y así la tentativa de olvidarte no cayera
una vez más en saco roto.
Desde
ayer, el extraordinario reencuentro con tu mirada recreó nuevamente
la efervescencia perdida del sentimiento de amor. El mejor regalo
para una Navidad que creí perdida.
Dnld 2017
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