7 de junio, 2018_Algunas
veces quedo perplejo pensando que alguna mujer puedes ser tú. Es
entonces que revivo aquella fascinación tan única que experimenté
al volverte a ver. Pero en lo que queda del día, poco a poco voy
extrañándote menos. O mejor dicho, te voy extrañando más
espaciadamente a lo largo de los minutos del día a día. En mi vida
todo es igual que ayer, que hace unos días... que la estación
pasada.
8 de junio, 22.30hs_Los
almendros aquí me acompañan, Albur está lleno de hojitas nuevas y
una rama muy larga. Esta mañana las fuerzas del destino me llevaron
hasta ti, sin esperar que te levantaras para que un minuto más tarde
nuestros destinos hagan tangente. Un rato después, por el viaje a
Monterrubio, el cansancio me persuadió para descansar un poco y
luego me desperté más negativo con respecto a tu actitud de esta
mañana. Tal vez fue nada más una exótica casualidad el que nos
cruzáramos de nuevo, y dejándome llevar por el amor me empeñé en
seguir viendo lo que en realidad son meras casualidades como unos
predestinados acercamientos providenciales. Hace un tiempo te dejaba
blancos sobres cerrados entre los libros para que los encontraras.
Luego de dos años, todavía no estoy seguro de que hubieras sido tú
quien los abrió. Pero si no fuiste tú, eso quiere decir que gestos
de amor como aquellos potencian los acercamientos entre dos que se
aman.
10 de junio, 21.12hs_Hoy
acabé de pasar en limpio los párrafos sueltos de la bitácora de
Rummenigge. Ya no tendré más creaciones literarias que se llamen
así. Quedó un librito precioso, las dos carillas que me falta
agregar al texto, serán una especie de puzzle de párrafos sueltos
que iré encajando por aquí y allá a lo largo de esa bitácora. Tal
vez por la libertad de haberme quitado el trabajo atrasado de encima,
me di el premio de pensar toda la tarde en ti. Varias veces cometo el
error de regañarte en voz alta, como si estuviera delante tuyo y
pudieras escucharme. Lo hago, quizá, porque me da bronca que no
estés aquí.
Martes 12 de junio,
21.40hs_Llueve. Los almendros proyectan su sombra tenue encima del
gotelé blanco. Al final, no me quedó otra que acostumbrarme al
sonido del gasoducto del ordenador de mi hermana. La saludable
compañía del los almendros es consoladora. Por otro lado hoy pensé
mucho en ti. Ágape. El último recuerdo que tengo de tu
imagen es verte volviendo a tu lugar de trabajo, ya no eres una
obsesión entre los dos crepúsculos mentales. En las avenidas la
gente ya no se transforma de golpe en ti, como lo hizo en los años
que pasaron. Pero sigo regañándote en voz alta por alguna falsedad
tuya que trataba de disimular el amor. Pero esa es una actitud que he
decidido dejar atrás. Casi dos años rearmaron un poco la psicología
que se rompió el día que te vi con él.
21.20hs_Románticos
momentos embellecen al anochecer de la calle Candelario. Hoy cogí la
carretera hasta Mozodiel del Camino. Frené dos veces, la primera
para fotografiar un campo de amapolas y la segunda a uno de los
últimos campos de colza. A medida que nuestro enamoramiento mengua,
nuestra atención va dejando de centrarse en cuánto hemos sido
amados o cuánto no. La pluma que antes sólo le escribió a ella,
ahora comienza a rizar analíticas epístolas a un redescubrimiento
del mundo exterior. Será por eso que los bondadosos almendros han
resucitado de la muerte que tuvieron desde que te fuiste de mi
ilusión. Los días se convirtieron poco a poco en el redescubrir de
la belleza que me rodea.
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