miércoles, 4 de septiembre de 2019

Que pases un hermoso día




2 de junio, 5.40am_En la exhausta celebración de otro día 2 sin ti, el sencillo conjunto de hábitos de mi vida hace que me levante para escribirte cuando ya se termina la madrugada. Se extraña un poco la sana compañía de los preciosos almendros, que por ahora se quedaron en la ventana cerrada, para que así el aparatoso ingreso al cuarto no quebranta el místico climax del silencio en la habitación blanca. Inclusive dos libros de la Torrente, la habitación ha heredado las útiles pertenencias que tenía la habitación anterior, en paseo de los Nogales número 7, la casa en donde te conocí. Echo de menos las poéticas farolas del pintorezco parque de la Chinchibarra, asomarme por la ventana protegida a regar los almendros y pispear de paso a paseo de los Olivos a ver si no estabas tú.
22 hs_Todavía no se acaba el 2 de junio. Y aunque te extrañé mucho, te extrañé menos. Fuera de la habitación, la gente de esta casa continúa con sus grandes y pequeñas costumbres, sin enterarse de Bilderberg o el Grupo de los 27. Mamá canta un tango cuando se siente enamorada de mi papá. Luego, tal vez ella abra la escalera para revolver un poco la casa. El sonido a hojalata destartalada parece el hombre del Mago de Oz, que se tropieza en el camino amarillo. Los demás intentamos ignorarla cuando se pone así, claro, pero lo hacemos con culpa porque sabemos que sufre. Nos intoxica con su demencia, sólo justificada por el abuso de los medicamentos. Toda su vida se automedicó. Aunque en el fondo de mi corazón, aparece como otro argumento una frase que no recuerdo quién la escribió.




Todo dolor es la falta de nuestro amor.



En nuestra familia han coexistido siempre el amor y una cuota de alboroto.

Pero aquí en el cuarto, los dos almendros continúan haciéndome su afable compañía. El tronco de Albur, está cada vez más marrón, síntoma de que va madurando sanamente. Aunque no supe nada de ti, he pasado un día muy lindo. A la mañana me encontré con Juli, quien separa una hora por su semana para que nos tomemos un café. Después me fui a otro bar para usar el ordenador, pero el camarero hizo un gesto un poco bruto y me fui enseguida. Antes fui un poco más allá de Monterrubio de la Armuña, aprovechando el sol de la mañana para hacer un poco de ejercicio.




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