16
de febrero, 2017
Todo
el día me resistí para venir a escribirte, pero finalmente
encuentro en la simpleza de estas líneas el pequeño y efímero
desahogo de no tenerte. Parece que todo estaba destinado para que
sucediera así. Que los haya visto juntos sólo después de
entregarte los dos años de oraciones que se recopilaron en estos
textos. Fue culpa de ambos, nadie te pidió que abrieras estos sobre
que que estaban sellados sin remite alguno. He caído en un círculo
vicioso que tiene origen en las postrimerías de las madrugadas
subtormesinas, y comienza a fluir a través de una copulación
telepática a fuerza de escrituras cursivas en un papel, logrando así
que durante el resto del día tu intangibilidad me duela menos. Aquel
circuito secreto va perdiendo su efecto a medida que nos aproximamos
a la medianoche. Y al despertar tu imagen crea en mi alma la
necesidad de venir a escribirte otra vez.
Día
siguiente, 22.25hs_Ayer se cumplió un año desde que te conté el
significado de tu nombre. Aquella vez, literalmente, cumplí un
sueño. Lo recuerdo como si fuera hoy, tus mejillas sonrosadas y tu
mi mirada huidiza, que esquivaba el apriete de una respuesta, cuando
agachaste la cabeza para ocultarme el rubor. Y exactamente un año
después veo tan improbable cumplir el sueño de estar alguna vez a
tu lado como una nevada en agosto. En virtud de esa improbabilidad,
algo está pasando: otra va colonizando a mi mundo interior, tal como
lo hiciste tú cuando había otra en mi corazón.
Pero
siempre me llena de felicidad el regreso de tus miradas, sin embargo
ahora súbitamente se pone en punto muerto la aceleración de mis
ilusiones, debido a la memoria que te vio acariciando su brazo.
También colabora a mi deserción la irremediable imaginación que te
supone en maravillosas convivencias junto al hombre a quien
perteneces. Intento de que aquellas visualizaciones queden sepultadas
bajo los chelos y violines de Bach.
18
de febrero, 22.30hs_Ayer fue la primera vez que percibí la demanda
de tus miradas como un reclamo de mis sentimientos, y esta tarde
lloré igual que un niño cuando llegué a la inevitable conclusión
de que finalmente nos amas a los dos. en contra de esta sapiencia, a
conforme los días se van pasando, sigo esperando la llegada de tu
amor a mi vida. Hago memoria y me doy cuenta de que los días de
febrero se han ido yendo entre anotaciones y hondísimos
extrañamientos a tu imagen. Van a cumplirse 31 meses desde que volví
a verte, y tu recuerdo me acosa en cada despertar. No puedo seguir
pidiendo a Dios por olvidarte, pues es sufrimiento más pequeño
amarte sin tenerte que el que puede sentirse al intentar de
arrancarte de mi alma.
dnld 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Pasa a dejar tu comentario