14
de febrero, 2017
21hs_Pasan
los días en la traumática batalla interna del no pensar en ti. Para
ello me impongo el ayermado cometido de no venir a escribirte cada
mañana en estas cuartillas blancas. El
Waterloo de los renglones en blanco.
Me duele el día, me duelen las noches. El cielo obscuro o escampado.
Y cada jornada se termina en la lejanía de mi propósito: que me
vaya doliendo menos el neurasténico hecho que existas. Ni el
televisor ni la radio extinguen de mi interior a tu cara permanente,
que ya parece un incendio apasionado que se forma de millares de
focos destructivos. Y todo se ha convertido en un fatuo intento por
olvidarte. Mis líneas ya no llegan a tus manos blancas, tu mirada
infrecuente ahora no me detiene el paso. Quizá he tenido la fortuna
de que otros textos hayan sido investigados por ti, mas ahora sufren
el desprecio de tu compromiso con otro hombre. En mi historia cíclica
los ánimos reiteran el dolor de otros desamores, que duraron por
años.
Viernes,
23.15hs_El escamado interés de mis planteos va cambiando poco a
poco. El hilacho infinito de las fantasías es frenado por un
oportuno sentimiento de repugnancia que me pudo causar el saberte con
alguien más. Demolí los castillos literarios que se fueron
construyendo con el amor a tu existencia. Aprendí que una verdad
dolorosa también cura, si es que nos corrige el hábito de que
supongamos equivocadamente que alguien nos quiere o nos ha querido.
Pero ahora sé lo difícil que es volver disimulando que no ha pasado
nada. Y que un corazón roto no es algo eterno. De nuevo la sensible
compañía de estas letras hizo más llevadera la carga de otro
desamorío. Borges también fue una gran compañía en el itinerario
de los minutos en que tu imagen empezó a despegarse de mi alma,
mecanismo que forzó la noticia de saberte dormida junto a él.
No
hay a quien culpar, únicamente a los consolidados azares que los
escondieron a mis ojos por tanto tiempo. Hoy temo sentarme aquí para
depositar aquella maltratada fe en los melancólicos versos de un
poema que te nombre. Igual de grande fue la decepción con el destino
–con el amor, o la Providencia-; en todos aquellos divinos
mecanismos aposté una espera de dos años a que algún día
llegarías.
Día
siguiente, 5.10am_Los camiones de la basura son a la quietud de la
madrugada subtormesina lo que un trastornado puede ser para la
familia. La última herida fue decisiva. Yo era el tonto que edificó
su casa sobre la arena. Y cuando los vientos de la realidad
increparon uno a uno en los desprevenidos muros de mi incauta
fortaleza de ensueños… todo se desmoronó. No volví a soñar
contigo, sin embargo la conmovedora imagen de tu perfil continua
siendo la sentida obra que inaugura cada día la ya sombría función
de mis pensamientos. Hace años viví unos días como estos. Aquellos
fueron peores, por cada te quiero he soltado un mar de lágrimas. Y
cuando al fin pasó un año, ella volvió. Hubo tantos regresos, pero
nuestros corazones nunca estuvieron listos al mismo tiempo. Dejé de
creer en Dios, aunque la idea de que hay milagros es lo que me hace
seguir luchando cuando las causas ya están perdidas.
dnld 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Pasa a dejar tu comentario