viernes, 26 de enero de 2018

En un solo segundo podemos cambiar un designio negativo que nos venía persiguiendo desde hacía meses y meses








Con frecuencia, nuestros temores suelen ser más grandes que nuestros sueños, y necesitamos días y días de meditación para dar el siguiente paso, a llamar a esa puerta, tras la cual nos estaba esperando la realización de nuestros deseos.
Se va el 6 de octubre, mi queridísima señora. En otros, los astros me han situado en algunas vicisitudes que han terminado en desgracias, tan injustas como la felicidad que hoy sentí al verte.

10 de octubre de 2015_Mañana, domingo, habrán pasado 10 días desde que no te veo. Quizá este saudade fuera menos si vengo a escribirte, sabiendo que quizás el día de mañana pases por aquí y puedas leer las pequeñas y grandes añoranzas que sentí por ti, cuando no estabas cerca mío. Y no paro de extrañarte: cuando recorro las carreteras nubladas, cuando cruzo las avenidas… cuando fotografío esta hermosa ciudad tormesina. Me gustaría que me mires otra vez, oírte decir mi nombre con la misma vehemencia con la que yo pienso en el tuyo. Que te gires de nuevo para verme, saber de ti algo más de lo que se puede saber a simple vista.
3 am_Las 3 de la mañana saludaron hace un rato a este insomnio. Te esperé lo mejor que pude. Y tu mera existencia de mí extrajo lo mejor.


26 de octubre, 11 de la noche
Hoy, 26, es el número de tu onomástica. Me has hecho inmensamente feliz cuando me miraste otra vez a los ojos. También te vi el viernes, mientras dibujaba frete a la perfumería Julia, de calle Toro. Me decidí a dejarte algo mañana, por primera vez, lo tengo preparado desde el 23 de septiembre, hace ya más de un mes. Pero no me atreví a dártelo.

27 de octubre, 2015_Bajo un tomo de poesía de Baudelaire, escondí para que la encuentres una misiva que manifiesta los sentimientos que aún no te pude decir. En el contenido de ese sobre iban los últimos recuerdos que me habían quedado de ti, la última vez que hablamos en el 2006. Creo también que te comentaba algo del viaje a Segovia. Digo “creo”, porque ese sobre te lo escribí a finales de setiembre, en conmemoración de nuestra última charla. Pero no me animé a dejarlo, porque me parecía que una frialdad ajena distanciaba nuestras miradas. Extraño aquellos instantes...
Desde que tuve la inmensa suerte de mirarte otra vez a los ojos, el año se completó. Este mundo nuestro pasó otra vez por las 4 estaciones. El verano fundió en la remembranza tu expresión naif y tus ojitos de caleidoscopio que gira. Las hojas secas de abril escribieron el opus de todo un año sin ti, pero al mismo tiempo la presencia energética de tu existencia irreemplazable. Alguna nevada rasca, la melancolía que fundó esta obra cursiva. Y una primavera más, los caminos de colza maravillosa y los sembrados de amapolas y los esperados campos de girasoles. Y en cada camino te pensé miles de veces. En todo ese tiempo, probablemente no me hayas amado como me lo supuse. Y aunque las ilusiones han fabricado castillos sobre la arena, también es posible que alguna vez me hayas amado. Qué hay de cuando te girabas de golpe, y me clavabas los ojos como diciendo “¡Buuuuu!”. Aquellos sí fueron momentos maravillosos, una colación de los segundos en los que te hablé al verte de nuevo.







Dnld

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