Sentida mía,
Desde que tuve
la inmensa suerte de mirarte otra vez a los ojos, el año se completó. Este
mundo nuestro pasó otra vez por las 4 estaciones. El verano fundió en la
remembranza tu expresión naif y tus ojitos de caleidoscopio que gira. Las hojas
secas de abril escribieron el opus de todo un año sin ti, pero al mismo tiempo
la presencia energética de tu existencia irreemplazable. Alguna nevada rasca,
la melancolía que fundó esta obra cursiva. Y una primavera más, los caminos de
colza maravillosa y los sembrados de amapolas y los esperados campos de
girasoles. Y en cada camino te pensé miles de veces. En todo ese tiempo,
probablemente no me hayas amado como me lo supuse. Y aunque las ilusiones han
fabricado castillos sobre la arena, también es posible que alguna vez me hayas
amado. Qué hay de cuando te girabas de golpe, y me clavabas los ojos como
diciendo “¡Buuuuu!”. Aquellos sí fueron momentos maravillosos, una colación de
los segundos en los que te hablé al verte de nuevo.
2 de agosto,
2015
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