viernes, 20 de mayo de 2016

Más larga que Lolalandia



Mi querida Señora,

Hoy, en esta noche, el 3er cuaderno que te nombra se estrena con una epístola. Tus ojos son como el canto de las sirenas: me hacen perder la cordura. Al verte siento un alivio de mi asfixia, como si los vientos tormesinos me llevaran hasta el Edén. La nublada ciudad salmantina está por ingresar en otra de sus pacíficas medianoches. Pero no quiero dejar pasar este día – 12 de febrero – sin antes contarte que hoy, en el último sueño de esta mañana, los Dioses han tenido la gentileza de traerte otra vez a mis sueños.

Había sido mucho más largo de lo que ahora recuerdo. Desperté maravillado, con una energía feliz. Soñaba que fui a mandar una carta y tú, mi Señora, trabajabas allí. Te miraba de lejos…


Día siguiente

Esta tarde aventuré a mis pensamientos para que crearan un poema que, si a ti llegase, leyeras algún día. Sin embargo, antes de poder acabar el primer verso, desistí de esa romántica empresa: me di cuenta de que nada de lo que pudiera escribirte ejemplifica cabalmente la intensidad de la fascinación que este servidor puede llegar a experimentar cada día que te miro a los ojos.


 


miércoles, 4 de mayo de 2016

Quizás sea tu existencia, lo que me hace vivir como si flotara
























2 de junio, 4 am





Acariciando la medianoche, el cielo de Salamanca se cubre completamente con un ocre solemne. Este mediodía te amé mirándote a los ojos, cuando a la distancia me mirabas entre otros trabajadores. Te recuerdo continuamente. A estas horas ya estarás probablemente dormida, para levantarte bien descansada para ir a trabajar con el clarear del cielo subtormesino. ¿Cuántos días más te amaré en este silencio? Rodeado de papeletas, lápices, amuletos y gravilla del río Tormes.
La gente habla de política, despues de estas elecciones teatrale, que sólo colocan en la lucha por el poder a unos pocos, mientras tanto los desahuciados siguen durmiendo en las calles de una Madrid argentinizada. O revolviendo containers, buscando artículos de segunda mano para restaurar. Pero eso sí: hay que formar un pacto para destronar a PODEMOS. Pero ¿a quién le importa si pasan frío los españoles?







Ya casi puedo corregir la dedicatoria a la que puse Laura, creyendo que te llamabas así. Hoy, luego de un mes casi, regresaste para despedirte a mi lugar de trabajo. Cuando me miras “el corazón canta”, como cuando voy llegando a Pajares de la Laguna y allá a lo lejos pueden distinguirse los imperiosos paneles solares, que abastecen la energía del riego para los cultivos de alfalfa; o como cuando se advierten los vehementes campos de girasoles, que más o menos desde un km antes se ve que hay algo distinto en el porvenir de la carretera Valladolid. Uno se les va acercando de a poco. Y de repente… aparece un gato negro entre los apaciguados trigales que brotan tras los terraplenes. O como cuando se distingue la primera estrella de la noche, en el cielo subtormesino.




Lamento todos estos años sin haber estado cerca de ti


Los camiones del ayuntamiento junto con el espabilado ruiseñor auspician otra jornada trabajadora aquí, en las coquetas tierras subtormesinas. Valentina ya máuuuuulla por los pasillos de casa para llamar la atención, como si presintiera que ya estoy despierto. Y los motores municipales bautizan la madrugada fresca con sus rum-rum, que ya nos sabe a lazos de fraternidad. 
“Lamento todos estos años sin haber estado cerca de ti”, pienso que te diré algún día. ¿Todos estos problemas me habrán acercado o alejado de ti? Como dices tú: A veeeeeer… Creo que se está por acabar el 30 de mayo. Esta tarde fui a dibujar a Toro. Miraba entre las personas creyendo que alguna de ellas podría tratarse de ti.






Estos cuadernos se agotan rápidamente, ya que en sus hojas van apuntadas todas las cosas que aún no te pude decir. A veces, aparecerá en estas hojas algún poema, ya que te pienso como si la vida fuera un laberinto formalizado únicamente por caras tuyas. Y cuando voy caminando por Salamanca, te me apareces por las calles como si hubiera enviudado de ti recién, que uno comienza a ver el fantasma de lo que quiso y ya no puede tener. Eres como los atardeceres por carretera Valladolid, sorprendente, cándida. Ya podremos caminar juntos, ya podremos decirnos todo. Y si el Destino demora mucho en cruzarnos, yo iré a buscarte algún día.







Quizás los roncos camiones municipales anden ya por ahí afuera. Quizás sea tu existencia, lo que me hace vivir como si flotara.