4 de septiembre
Mi queridísima Señora,
Del lunes al viernes hubo un
hueco en mi vida imposible de llenar. Pero finalmente, la semana sin ti pasó.
Esta madrugada he soñado otra vez
contigo. Tenías recogido el cabello, y estabas algo pálida como para haber
tomado sol durante tu ausencia. Te recuerdo en tres escenas oníricas: cuando te
vi nuevamente, cuando te hablaba… y cuando me decías que “no”, como cuando me decías
que no te llamabas Laura.
Esta semana fue la más larga de
todo el verano.
5 de septiembre
Me gustaría despertarme así todos
los días: la tortura de extrañarte ya no agobia, pues hoy te extraño menos. Tal
vez el vacío que he sentido por tu ausencia se llenó con el olvido. Y ya no me
siento solo: la integridad añorada por fin ha incursionado en la resurrección. Cuando
recuerdo tus caritas, ya no hay culpa ni extrañamiento. Sin embargo, aunque no
fue un año entero, han sido 6 meses de escritura que únicamente
te han nombrado
a ti.