2 de junio, 6 de la mañana
Mi queridísima Señora,
Ojalá algún día podamos desearnos
felicidades mirándonos a los ojos, cada vez que nuestros despertares caigan en
día 2. Y así celebrar que haya pasado otro mes desde que volvimos a vernos.
El día se aproxima a las 9 de la
noche, y me pregunto si hoy podré dejarte el sobre que ayer preparé para ti. En
él te contaba, Señora mía, que ayer por la tarde había soñado otra vez contigo:
tus pecas, tus ojitos de clarividencia… con tus cabellos anaranjados. Con tu
trato tímido. Iré a pintar cerca de ti, para ver si así despierto la
expectativa de una espera en tu corazón.
Día siguiente,
Y tal como te lo advertía ayer,
ayer fui a pintar cerca tuyo. Al terminar, recibí el confort de tu mirada. Pero
no pude dejarte el sobre con otra declaración de mi amor, cada vez más franca.
Domingo 4 am,
El silencio de las 4 de la mañana hace más confortable al Mundo.
La rosa amarilla con betas rojas dejó de ser pimpillo hace dos días, y modela
su belleza dormitando en una taza ocupada con agua templada desde el jueves 2
de junio, el último día que te vi.
22 hs_Y así finaliza, mi bien,
otro domingo que se marcha sin tus noticias: los alicios bailando en la función
de otro atardecer, los consorcios que se oscurecen, mientras en el firmamento
co
mienzan a bostezar las constelaciones inmaturas. Sin embargo, la Suerte me
concede un día de gracia para el ocio. Mañana temprano iré a buscarte, mi
sentida, si es que tu existencia no exacerba mis insomnios esta noche, pues hoy
también sucedió: de 3 a 5, desperté pensando en ti, tal como si hubiera dormido
8 horas.